Tadeo bostezando y entrecerrando los ojos, estaba tomando mate con su madre.
Estaba comiendo pan casero recién salido del horno de la panadería don Carlos.
Ahora eran las seis y media de la mañana, faltaba media hora para que comenzará las clases.
Lo cual estaban desayunando juntos, aunque Tadeo era una copia de su madre, su piel era de su madre.
Y sus ojos negros eran de su abuela e incluso tenían la misma piel áspera como si estuviera seca.
Al terminar de desayunar limpiaron el lugar y guardaron el equipo de mate.
Y como no sabía que hacer, noto que había caballetes sin uso al igual que lienzos.
-¿puedo usarlos ma?- pregunto Tadeo señalando lo que quería.
-si úsalo, y en el cajón de allá hay cosas para dibujar. ¿Qué vas a hacer?- preguntó ella curiosa.
-ni idea lo que me venga la cabeza.- dijo Tadeo.
Acomodo el caballete y el lienzo, y trajo un lápiz negro y un saca puntas, y comenzó a dibujar con trazos suaves para que sea fácil borrar.
Y entonces comenzó a dibujar a Gwynn empuñando su espada y sus manos envueltas en fuego.
Primero comenzó a dibujar su forma general, su cabello y barba, sus facciones, brazos, espada, corona, e incluso la zona en donde estaba.
Luego comenzó a agregar más detalles y a trazar líneas más fuertes.
En veinte minutos ya estaba listo para pintar con lápices ya que no quería gastar las pinturas de su madre que eran para su clase.
Su madre se puso al lado suyo e incluso le estaba enseñando como mejorar o aplicar otras técnicas y consejos.
E incluso lo ayudo a mejorar el dibujo.
Pronto Gwynn el señor de la primera llama cobro vida.
Tenía una mirada hueca, vacía, desesperada, pero sus manos sostenía fuertemente su espada.
Su cabello gris ceniza, su corona sucia, sus manos envueltas en fuego brillante y mortífero.
El lugar en donde estaba lleno de cenizas, incluso los pilares tenían la misma textura de esta.
Y ahí estaba el rey enloquecido protegiendo la llama mirándola fijamente.
Sin moverse, siempre en guardia.
Al terminar le mostró a su madre, y ella cambió de madre a profesora, con ojo crítico miró el dibujo de su hijo.
A pesar de tener cinco años, su mano forme y suave al mismo tiempo era debido a su forma de agarrar las lapiceros y lápices.
En general estaba bien, pero que tenia que practicar más si quisiera que para él mismo fuera perfecto.
Tadeo miro con rapidez a la fuente del sonido que apareció de la nada y notó que eran los alumnos de su madre.
En su mayoría eran jóvenes que parecían salir recién del secundario.
Sin embargo Tadeo no les dio mucha atención ya que agarro otro lienzo en blanco y comenzó a dibujar otra cosa.
Pero cuando estaba a punto de comenzar notó que alguien lo quería agarrar, Tadeo empujó la mano con fuerza.
Y el ceño fruncido notó que eran un muchacho de al menos unos dieciocho años o diecinueve.
-¿Qué haces?- le dijo Tadeo.
-no debes tocar las cosas de la profe pendejo de mierda.- dijo el chico insultando a Tadeo debido al gesto que hizo.
-ya le pedí permiso así que calladito.- dijo Tadeo mientas se preparaba para dibujar.
El chico al escuchar esto se enojo pero como tuvo permiso de la profesora no podía decir nada.
Tadeo apoyo su cabeza en su mano izquierda mientas pensaba que dibujar.
Pero como no quería pensar solo escucho la clase de su madre.
Estaba hablando sobre la simetría, angulación, posición, sentido común, proporción y rasgos.
Tanto en el rostro como en el cuerpo.
Los ejemplos perfectos serian los fisicoculturistas o las modelos de las revistas.
Su madre, les explico como podían hacer un rostro simétrico en pocos pasos.
Y con poco trazos en el pizarrón, creo un rostro simétrico y perfecto.
Tadeo mientas escuchaba comenzó a copiar a su madre.
Era obvio que comenzó con trazos suaves, y al pensar en quien dibujar, lo decidió.
Iba a dibujar al alma de ceniza.
Dibujo su cuerpo, como si estuviera cerca y mirando hacia abajo.
Al crear su cuerpo de forma general, comenzó bocetar su armadura.
Poco después comenzó a detallarla como recordaba.
En su mano derecha estaba su espada en espiral prendida fuego y su mano izquierda como si estuviera agarrando algo estaba expulsando fuego.
La capa de sus hombros hecha jirones estaba prendido fuego como si se estuviera quemando desde abajo hacia arriba.
Adelanto su pierna izquierda como su estuviera avanzando hacia alguien y inclinaba su tren superior hacia el espectador.
Y detrás de el había un escenario de cenizas y espadas por todo el terreno.
Pero lo más llamativo era el eclipse solar y debajo de este un pilar de color fuego.
Tadeo poco a poco comenzó a detallarla su dibujo sin preocuparse por el paso del tiempo.
Al terminar, borro los trazos y comenzó a marcarlos con fuerza, le saco punta a los lápices de colores y comenzó a colorear.
Los lápices eran de gran calidad y de muchos diferentes tonos para que sea más sencillo mezclar.
Después de una hora de colorear a fondo y de forma realista para el, Tadeo le dijo a su madre si podía opinar.
Ella fue hacia el cuando termino de enseñar a un alumno.
Pronto vio el dibujo detallado de su hijo, superaba con creces a su anterior trabajo.
Era un desperdicio dibujar y pintarlo con lápices, esto debería ser hecho con pintura en óleo.
Ella solo sonrió cálidamente a su hijo mientas lo felicitaba y avaricia su pelo largo.
El niño solo sonrió con los labios.
Ella cuando tenga tiempo compraría un gran equipo para pintar a su hijo menor.
Después de disfrutar unos segundos dos más del dibujo de su hijo, siguió observando el trabajo del resto de sus alumnos.
Al sentirse satisfecha de los dibujos, les dio un descanso de diez minutos para que hagan lo que quieran.
Sin embargo todos ellos fueron hacia Tadeo a ver su dos trabajos que hizo en menos de cinco horas.
Aunque llevaban un buen tiempo en el taller, ver el trabajo del hijo de su profesora pensaron que era algo hereditario.
Y razón no les faltaban, sean por parte de madre o padres, sus dos abuelas eran
grandes mujeres cuando dibujaban.
Aunque nunca se especializaron en eso sino en otras profesiones.
El grupo de chicos bombardearon a Tadeo preguntas, pero esto provocó que Tadeo se enojara y frunciendo el ceño.
Ni siquiera llego a entender lo que decían ya que hablaban uno encima del otro.
Al final, fue al lado de su madre y le pidió que se quedara quieta.
Ella lo hizo y Tadeo comenzó a dibujarla a mano alzada, en dos minutos ya tenia un boleto y en diez ya tenia el dibujo hecho.
Las clases se reanudaron, y Tadeo siguió perfeccionando su dibujo de su madre.
Poco después comenzó a pintarla.
En veinte minutos de pintar y arreglar los tonos, termino y le mostró a su madre.
Ella solo sonrió y lo felicito por el buen trabajo.
Y al escuchar esto el niño solo sonrió.
La clase siguió, Leila siguió explicando los temas que presentó al principio y notó que Carlos le costaba mucho sobre el tema de las proporciones.
Haciendo que se enoje consigo mismo y volviéndose cansador para el resto al escucharlo quejarse continuamente.
Sin embargo leila, con paciencia y calma le dio una lección personal, poco a poco Carlos comenzó a hacerlo bien.
Y era obvio que le dio las gracias.
La clase continuo, y Tadeo comenzó a dibujar de nuevo pero otra cosa diferente.
Esta vez dibujarla a Arséne, la persona de Ren Amamiya de persona 5.
Como siempre hizo un boceto de su aspecto en general, desde sus zapatos y sus tacones de cuchillas.
Sus alas negras a la altura de la cintura y los cuernos de su máscara.
Y como era una figura alargada y muy fotogénico debido a sus poses, le costó un poco hacerlo bien.
Tardo diez minutos bocetarlo bien, borró los trazos y comenzó a hacerlos con líneas definidas y fuertes.
Poco a poco lo pinto con esmero y cariño porque fue uno de los juegos que cambió su vida.
Lo había impactado demasiado o era porque lo jugo más de una docena de veces seguidas como un enfermo.
Paso dos horas completas y finalmente termino de pintar y notó que su madre ya estaba detrás de él.
Ella nuevamente lo felicitó.
El silencio de la clase era notorio pero se podía escuchar el sonido del movimiento del lápiz y como borran con la goma.
Sin embargo todos dirigieron la mirada a la puerta del salón y un hombre entró con seguridad.
Cerró la puerta y fue directo a leila, ella solo lo saludo sonriéndole y el hombre lo mismo.
Con las manos en la espalda, fue detrás de cada alumno, e incluso los ayudo pero quedo atónito cuando vio los trabajos del hijo de su compañera.
-Alejandro este es mi hijo Tadeo, Tadeo él es el dueño del taller de esta escuela.- dijo leila presentándolos.
Alejandro solo le sonrió a leila con cariño pero Tadeo siendo hombre se dio cuenta de su mirada.
Su madre no era estúpida, lo cual hace mucho había notado que esta hombre la miraba con otros ojos.
Pero como nunca intento nada, no se fue y siguió trabajando tranquilamente en el taller.
Sin embargo Tadeo era un asunto diferente, el hombre le ofreció la mano pero la ignoro.
Solo recibió un ceño fruncido y mirada fija por parte del niño.
El hombre que estaba en sus cuarenta años, observó al detenidamente y comenzó a preguntarse si lo había visto en alguna parte.
Comenzó a asociarlo con algunas cosas y en pocos pasos conector los hilos.
-¿eres Tadeo Ledesma no?- preguntó sonriendo.
-¿conoces algún otro?- respondió preguntando.
-sos muy maleducado ¿no?- dijo el hombre mirándolo fijamente.
-justo el pajero me vino hablar de eso- dijo con sarcasmo Tadeo mientas lo miraba enojado.
El hombre sintiéndose ofendido iba a decir algo pero leila que media un metro ochenta, diez centímetros más que el, cubrió su hijo.
Ella con el ceño fruncido solo lo miró.
Alejandro solo la miro de arriba abajo y se fue de la clase.
-¿Por qué le dijiste eso?- dijo leila viendo a su hijo con su misma expresión.
-mono conoce a otro mono.- solo dijo su hijo mientas buscaba otro lienzo.
Ella solo suspiro cuando escucho esto, fue devuelta el frente de la clase y comenzó con otros temas.
Cuando la clase hasta al mediodía termino, Tadeo se llevó los lienzos a su casa y ponerlos en su habitación.
Obviamente se los mostró a su padre y este solo le dijo que estaban buenos.
Tadeo le pidió ayuda a su papá a colgar los lienzos en su pared.
Marcelo sin necesidad de una agujereadora, solo uso un martillo y un clavo para pared.
De un solo golpe encastro los cuadro en la pared, después de revisar de que quedaron derechos, se fue a comer con el resto de la familia.
Leila preparo un guiso de arroz amarillo, papas, zanahorias y pollo.
Ella solo comía un plato y le dejo el resto a los hombres.
El dúo de hombres se despidieron de ella, dos horas después Marcelo se despidió de Tadeo y el niño solo se fue al sillón a dormir.