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Leland detuvo las quejas de Sophie reclamando sus labios y dándole un largo y apasionado beso. Su ágil lengua se deleitó con la de ella, retorciéndola y chupándola hasta dejarla casi sin aliento.
Sophie de repente olvidó lo que quería decir. Su mente ahora estaba llena de euforia por el beso y sus manos amasando sus senos.
—Mmm... —Sophie dejó escapar un largo gemido cuando Leland bajó sus besos a su cuello, su clavícula y luego aterrizó en su seno derecho.
Leland tomó un bocado y succionó como un bebé hambriento, mientras su mano derecha continuaba amasando la otra montaña. Y luego cambió. ¡Se sentía tan bien!
Sophie se retorció y comenzó a mover sus caderas, frotando su parte íntima contra su entrepierna. Estaba tan mojada y deseando tenerlo dentro de ella. Realmente extrañaba ser llenada por él.