—Me estás volviendo loco, mi amor, mi dulce tigresa... —Lana lo escuchó gemir.
—Hermosa. —Liam susurró antes de sellar sus labios en un beso apasionado.
Liam se tomó su tiempo para explorar su cuerpo suave una vez más con sus labios, y sus yemas de los dedos trazando círculos y enviando olas tras olas de placer por su columna vertebral. Gentilmente avivó su lujurioso cuerpo de vuelta al calor.
Lana arqueó sus caderas y agarró el cabello de Liam con sus manos. Lo quería todo ahora, pero Liam resistió, aún torturándola de placer mientras atendía sus pezones alternativamente.
Lana se retorcía inquieta bajo él. —Liam... —Lana suplicó.
—Sabes tan bien... —Liam susurró, pasando sus labios por sus pezones. Lana jadeó mientras él cubría su sexo con su mano presionándolo suavemente y frotando su palma en círculos allí. Lana abrió los ojos, ahumados de oscuridad por la lujuria.