Aries se quedó con Conan por un rato pero no por mucho tiempo ya que la gente empezaría a buscarla. Terminó el día como de costumbre, trabajando en la tarea que debía atender, y luego se dirigió al Palacio Zafiro. Aunque no vio a Joaquín durante el día, Aries estaba consciente de la difícil situación en el palacio interior y pretendía no verse afectada por ello.
—Bienvenida de nuevo, Su Alteza —Gertrudis la recibió con una reverencia educada, junto con los sirvientes, tan pronto como Aries regresó. Aries hizo un gesto con la mano, y esa fue la señal para que Gertrudis la siguiera mientras se deslizaba por el pasillo hacia su habitación.
—Pedí que alguien trajera a mi mascota aquí. ¿Dónde está? —Aries preguntó sin quitar los ojos del pasillo.
—Está en la habitación contigua a Su Alteza.
Aries asintió ante la respuesta de Gertrudis. —Llévame a él. Me gustaría acariciarlo después de un largo día de trabajo.
—Sí, Su Alteza. Por aquí, por favor.