—Ven. Sentémonos mientras te enseño cómo envenenar a alguien.
Aries infló su mejilla mientras lo seguía, manteniendo sus manos entrelazadas detrás de su espalda, temiendo tocar algo. Un pequeño espacio no en la esquina tenía un conjunto de mesas y sillas de mármol intrincado. Dexter le sacó una silla en la que se sentó después de expresar su gratitud.
—Entonces, ¿es realmente cierto que tienes un vasto conocimiento sobre venenos? —preguntó ella, observándolo sentarse frente a ella mientras él alcanzaba la bandeja del carrito que tenía un juego de té encima.
—Sí. —respondió él, sirviendo el té y diferentes botellas pequeñas.
Aries permaneció en silencio, dejándolo terminar de preparar lo que parecía ser una prueba de veneno temible. Esperaba, en el fondo de su corazón, estar equivocada. Pero una gran parte de ella ya estaba convencida de que ese era su plan.