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Al ver que Gao Wen y Ye Xin no parecían que iban a dejar de llorar pronto, Ye He les palmeó ansioso la espalda a los dos y dijo:
—No lloren, no lloren. Les compraré a cada uno una bolsa, ¿de acuerdo?
Ye Xin encontró graciosa la acción de su padre y estalló en carcajadas.
Ye He se sintió encantado cuando vio a su hija reír. —¡Miren qué hermosa es mi hija! La gente dice que las mujeres hermosas tienen buena suerte. Esposa, ¿no estás de acuerdo?
Ye Xin se sintió entretenida por la apariencia de su padre y soltó una carcajada.
Gao Wen lo miró con reproche y dijo:
—¿Cuántos años tienes ya? Deja de comportarte como un niño.
Ye He se rió. —¡Estoy tan feliz! Mi hija finalmente despertó. Después de sobrevivir a tal desastre, ¡solo buena fortuna le seguirá! ¡Definitivamente tendrá buena suerte en el futuro!