Llevando la bolsa, Lu Man entró en la oficina y volvió a su escritorio. Pero antes de que Lu Man pudiera sentarse, Dai Yiran se le acercó corriendo.
—¡Te atreviste a jugar conmigo! —Lu Man dejó la bolsa de papel a un lado y se tomó su tiempo para girarse hacia Dai Yiran y responder a sus acusaciones—. ¿Cómo te jugué?
—¿Todavía te haces la tonta? —Dai Yiran señaló con un dedo acusador la nariz de Lu Man—. ¡Ayer me dijiste que la propuesta que entregaste era diferente de la que estaba en la computadora!
—Es diferente. La que entregué era el borrador inicial, no estaba enmendado ni modificado. En cambio, la que estaba en la computadora era una propuesta detallada y revisada. ¿Cómo podrían ser iguales? —Lu Man miraba a Dai Yiran, con un atisbo de sonrisa burlona en sus labios.
La Hermana Li y el Hermano Zhang, quienes oyeron la conversación, sacudieron la cabeza y sus sonrisas se desvanecieron.
Esta Xiao Lu era realmente traviesa.