Dentro del envoltorio transparente del caramelo había un caramelo rosa que parecía de fresa.
—¿Es para mí? —preguntó Amelia a Oliver.
Oliver asintió.
—Solo hay uno. ¿Es especialmente para mí? —preguntó Amelia, sintiendo que era mejor preguntar claramente antes de comerse el caramelo. Eran dos personas, pero solo había un caramelo. No era suficiente. ¿Y si él quería comérselo después de que ella lo hiciera?
—No, lo recogí en la puerta —dijo Oliver, girándose, su rostro lleno de arrogancia.
Amelia asintió. Después de confirmar que Oliver no iba a comerlo, extendió la mano para tomar el caramelo. Se movió muy rápido y hasta echó un vistazo al lado. El Tío Mayor y el Tío James estaban hablando. Mientras los adultos no prestaban atención, Amelia rápidamente despegó el envoltorio del caramelo y lo lanzó rápidamente a su boca. Luego, se sentó erguida, colocó sus pequeñas manos sobre sus rodillas y miró hacia adelante.