—¿No necesitan meter publicidad en la trama? —preguntó débilmente An Xin.
De lo que An Xin hablaba era el método de publicidad más popular para inversores de telenovelas hoy en día. Sin embargo, este método repelía y disgustaba a muchos espectadores. No obstante, dado que era lo usual en el mercado actual, la audiencia solo podía aceptarlo.
—No hace falta. ¡Eliminen todos los factores que afecten la calidad del drama! —agitó su mano Jiang Huai.
An Xin y Feng Bin se sintieron un poco mareados, como si un golpe de sorpresa les hubiera caído del cielo.
Los dos solo recuperaron lentamente sus sentidos después de despedirse de Jiang Huai y Tan Ming.
An Xin extendió la mano y pellizcó la cara de Feng Bin.
—¡Oye! ¿Por qué me pellizcas? —Feng Bin se cubrió la cara y miró a An Xin con ojos sombríos.
An Xin se rió tontamente por un rato. —Tu reacción fue tan real. Parece que lo que acaba de pasar realmente sucedió.