Rodeé sus caderas con las piernas y le rodeé el cuello con los brazos. Volvía a ponerse duro dentro de mi agujero. Podía sentirlo porque su pene seguía profundamente enterrado en mi cuerpo mientras me llevaba hacia la cama. Apuesto a que va a follarme otra vez, pensé mientras mis entrañas temblaban de anticipación.
Me tumbó en la cama y se echó encima de mí. Atraje su cabeza hacia mí para poder besarle e introduje mi lengua en su boca para saborearle de nuevo. El roce de nuestras lenguas era increíble y no podía dejar de gemir en su boca. Rodeé su cadera con mis piernas y sentí cómo se ponía cada vez más duro dentro de mí.
"Te deseo otra vez, Natalia. Abre más las piernas para mí", me ordenó Lucien apresuradamente mientras sus manos tiraban de mis piernas para que las abriera más para él.
"Yo también te deseo..." Murmuré suavemente y fui premiado con su encantadora sonrisa.