Delinda torció su muñeca para mirar su reloj. Eran las doce y aún no había señales de Marissa.
—Como jefa, debería estar aquí ya. ¡Qué descuidada es la muy idiota! —murmuró para sí.
Shang Chi la observó y luego bajó la mirada donde ella movía sus piernas frenéticamente.
—Pareces nerviosa, Del —dijo él.
—¿Eh?
—Digo que pareces nerviosa. ¿Qué sucede? —Delinda sacudió la cabeza y se inclinó sobre su laptop que le había proporcionado la oficina.
—Oye. Lo sé, tu relación con Marissa ha estado bastante tensa últimamente. Puede que tengas algunas buenas razones, pero no olvides que es una persona muy generosa. Lo personal debería quedar aparte —lo señaló y volvió al trabajo. Delinda solo escuchaba a medias. Ella quería que Marissa llegara porque ese asiento estaba esperando a su dueña.
—¡Chicos! —Kate entró y tomó su asiento que estaba en el otro extremo del salón—. Marissa no vendrá hoy, así que en caso de cualquier consulta, pueden acudir a mí o a Dean.