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—¡Hola, mis salvavidas! —Marissa anunció su presencia a los niños que estaban ocupados hablando con una chica joven.
—Jenna. Su niñera temporal —Rafael le informó en un susurro.
Los niños corrieron hacia ella haciendo ruido de emoción.
—¿Qué tal su estadía? —les preguntó, arrodillándose en el suelo alfombrado, besando sus frentes uno por uno. Todos intentaban hablar con ella al mismo tiempo.
—Es tan buena, mamá —chilló Abi y le rodeó el cuello con los brazos—. En vez de casa, deberíamos quedarnos en el hotel. Quedarnos aquí es muy divertido.
Marissa deseaba poder decirles a sus hijos que su padre podía permitirse fácilmente su estadía de por vida en este hotel.
Ariel levantó un dibujo hecho con crayones.
—Mira, mamá. Dibujé algo —Ariel se lo mostró orgullosa a su mamá—. Jenna es muy buena. Nos deja jugar todo el tiempo.