-Y bueno, alguien me encontró en el rio flotando, me dio de comer, ropa y eso, y de alguna forma llegue a este pueblo y ahora vivo aquí, ajaja.
Adelaida se quedó en silencio con una mirada sombría.
Aldous puso una cara confundida.
-Ya no pienso que eres un cobarde, hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir.
Aldous le sonrió a Adelaida, pero su sonrisa era bastante triste. Y eso lo pudo notar Adelaida, y cambio de tema para no deprimir más a Aldous.
-Sabes, mejor busquemos al idiota de Daegal que ya se está haciendo tarde.
Aldous y Adelaida siguieron caminando ahora en busca de Daegal y el dragón purpura.
En ese momento una luz blanca invadió la vista de Adelaida y Aldous, era el alce blanco de las historias, y salto sobre ellos, seguido de Daegal montando al dragón purpura a toda velocidad.
Adelaida y Aldous quedaron totalmente confundidos por la extraña situación, inmediatamente recuperaron la compostura y siguieron al alce blanco.
El alce blanco corría a toda velocidad en medio de los arboles dejando una estela de luz blanca por donde pasaba seguido por Daegal y su dragón morado.
El alce blanco salió del bosque seguido por Daegal, el dragón morado, Adelaida y Aldous.
Todos estaban al borde de un precipicio.
El viento soplaba fuertemente, el alce se encontraba parado al borde del abismo observando fijamente a sus perseguidores y ellos lo miraban a él de vuelta.
Daegal y sus amigos escucharon una voz en sus cabezas.
-¿Qué quieren?, ¿por qué me persiguen?
Todos pusieron cara de sorprendidos, esa parecía ser la voz del alce blanco, y de alguna forma estaba hablando directamente a sus cabezas.
¿Bastaría con decir que simplemente era un juego?
Realmente era necesario responder siquiera.
Inmediatamente a las mentes de todos llegaron recuerdos de su pasado.
En la mente de Adelaida llego un recuerdo de ella comiendo con sus padres, aunque parecía algo muy ambiguo, esa era la felicidad para ella.
En la mente de Aldous se trasmitía una escena algo ambigua, él estaba hablando con Badulf, acerca de que hacer en el futuro. Aunque Badulf movía los labios, Aldous no escuchaba lo que Badulf le respondía.
Daegal simplemente estaba despidiéndose de su padre, era un recuerdo que ya había olvidado, esa melancolía que recorría su cuerpo, su pecho le dolía, aunque era muy pequeño en esa época, distinguía la tristeza. El padre de Daegal lentamente se perdió en el horizonte junto al ejército del reino de espinas.
Todos estaban perplejos, no podían moverse, parecía que sus mentes habían ido a otro lado.
Había alguien más ahí presente.
Pero para él, las visiones que llegaron eran algo distintas. No eran un recuerdo melancólico o feliz, era algo más, algo que no había pasado.
El dragón purpura se encontraba flotando sobre el pueblo, aunque ahora lucia diferente.
Las casas y granjas de los aldeanos estaban en llamas, el cielo estaba oscurecido por el humo de los incendios, las personas estaban siendo apiladas y quemadas por dragones.
Soldados con armaduras negras entraban a las casas y arrastraban a las mujeres y niños hacia afuera para luego clavar sus espadas en sus cuerpos, cortar sus cabezas y empalarlas.
Aquellos caballeros parecían disfrutar lo que pasaba, pero no entendía el porqué, que exactamente significaba esta visión.
Todo el pueblo empezó a arder en llamas instantáneamente, el fuego alcanzo hasta donde estaba el dragón morado flotando, e inmediatamente todo se puso de color blanco.
Hacía calor, incluso para un dragón, el cielo estaba completamente despejado y el sol pegaba en la cara del dragón morado con toda su fuerza. Se encontraba en un desierto. El dragón realmente no entendía que pasaba, que significaban estas visiones, se dedicó a caminar por el desierto por horas hasta que llego a un oasis. Agacho su hocico hacia el brote de agua del oasis y se puso a beber, pero de la nada, del pequeño lago salió un brazo humano y lo sujeto del cuello con fuerza.
En ese momento el dragón purpura despertó de la ilusión, solo para encontrar a sus amigos arrodillados con la mirada totalmente vacía.
El dragón purpura dirigió su mirada hacia el alce blanco el cual sus cuernos estaban brillando con intensidad, no para dejarlos ciego, más bien con si estuvieran resonando con las mentes de sus amigos para generar aquellas ilusiones.
El dragón purpura arremetió contra el alce blanco con sus garras. El alce blanco esquivo con gran facilidad y elegancia.
El alce blanco empezó a reprocharle.
-¿Realmente ganas algo con esta pelea?
-Ya veo, no puedes hablar, ni siquiera puedes trasmitir tus palabras por medio de pensamientos.
-Realmente no sé qué quieren ustedes y tampoco detecto intenciones asesinas por su parte, pero algo malo viene hacia esta región, un mal más haya de nuestra imaginación. Ese mal viene directamente de la tierra oscura.
El dragón purpura parecía totalmente confundido con toda esta información nueva que le había llegado de repente.
-Ese mal debe ser detenido a cualquier costo.
Los cuernos del alce brillaron con más intensidad y unas extrañas imágenes llegaron al dragón purpura. Era una tierra baldía, un caballero se paraba al frente de un gran ejército de enormes criaturas montando un dragón que exhalaba un líquido morado por la piel, era la señal de la muerte. De inmediato el dragón purpura volvió en sí.
Y antes de que pudiera reaccionar, recibió una tacleada del alce en el estómago y perdió el conocimiento de inmediato.
El sol brillaba con calma, al parecer había pasado un día entero, el dragón, Aldous, Daegal y Adelaida despertaron en el mismo lugar donde estaban antes de ser atacados por el alce con sus visiones.
Aldous se puso de pie lentamente.
-Bueno niños, debemos volver al pueblo lo más rápido posible, creo que tenemos a la gente del pueblo buscándonos y lo más seguro es que Roshiu me eche una bronca a mí.
-Enserio mis padres me regañaran como nunca, es la última vez que salgo a hacer este tipo de actividades, par de idiotas.
Daegal solo se empezó a reír de toda la situación tan extraña y se puso de pie, y llamo al dragón purpura.
-Vamos amigo, ¿te vas a quedar todo el tiempo mirando al horizonte?
El dragón purpura estaba dándole la espalda a sus amigos, por lo cual ellos no veían su expresión.
Una expresión de miedo, terror en su más puro estado.
Ahora el dragón purpura sabía que venía un mal, un mal como nunca había visto, y ese mal probablemente era el responsable de la destrucción de la aldea, y no podía decirle a nadie por su falta de habla. Solo le quedaba esperar que lo que fuera a pasar, pasase. Y defenderse como pueda, no sabe cuánto tiempo faltaba, podría ser mañana o en 10 años, solo debía esperar.
Y así pasaron rápidamente los días.
Los entrenamientos de esgrima con Aldous continuaron, aunque ahora eran un poco diferente, ya que no solo participaba Daegal, el dragón purpura se había unido a los entrenamientos.
El entrenamiento del dragón purpura se basaba en esquivar los ataques directos de la espada de madera de Aldous, este no se contenía, así que el dragón debía estar atento, que aunque no era una espada de acero, igual los golpes le dolerían.
Ni Daegal, Aldous y Adelaida sabían las recientes ganas del dragón purpura en entrenar, pero estaba determinado a hacerse más fuerte.
Aparte del entrenamiento con espada, el dragón purpura también iba al bosque a volar con gran velocidad y esquivar los árboles para entrenar sus reflejos.
Era la capital del reino de espinas, específicamente en el castillo de la reina Berenice.
-¿Cómo es posible que todavía no sepamos quien ataca nuestros campamentos ubicados en la frontera?
Exclamo con una voz irritada la reina Berenice sentada desde el trono.
Los soldados frente a ella solo se miraban de re ojo entre ellos mientras estaban inclinados sin saber que responder ante tal pregunta.
La cuestión era algo compleja, desde hace unos años, las bases aliadas en la frontera del reino de espinas estaban siendo atacadas por un enemigo desconocido.
Lo único que se sabía es que tenían un gran poderío militar compuesto por muchos soldados, dragones y artillería pesada. En el mundo actual, el que tuviera los dragones, dominaría el mundo, por eso entre todos los reinos había un pacto para controlar el poderío militar, así ninguno tendría ventaja sobre el otro.
Pero a pesar de esto, habían muchos reino todavía desconocidos o que de plano no habían aceptado los términos, esto era una paz falsa, donde el mas mínimo descuido llevaría a una guerra de proporciones colosales.
La reina Berenice golpeaba continuamente con el dedo índice de su mano derecha su mejilla mientras ponía una clara expresión de disgusto hacia los hombres que estaban arrodillados frente a ella.
El ambiente del palacio era muy tenso actualmente.
A pesar de ser una reina, era una experta militar, en sus días de princesa, antes de la muerte de su padre, participo en múltiples batallas para probar su valía para el trono. Durante su paso por el ejército, nunca había perdido una batalla en la que participo, por eso, era inadmisible que ahora que todo un país dependía de ella, perdiera.
Durante los últimos 500 años, el país nunca había sufrido un ataque directo ni mucho menos una invasión (aunque había una excepción), sus enormes muros que envolvían la ciudad protegían a los ciudadanos y los intereses de la capital, ellos eran un pilar fundamental para todo el reino. Y aunque no sabían que quería el enemigo invisible, no iban a permitirse ser invadidos por un extranjero.
La reina tenía los ojos entrecerrados, pero en un instante su expresión cambio, sus ojos se abrieron, y una sonrisa que parecía cubrir desde su oreja izquierda a su oreja derecha cubría su rostro.
Tantos los soldados aun inclinados frente a ella como los guardias de la sala y los concejeros miraron con intriga a la reina.
La reina movió sus rojos labios y comenzó con su estrategia, algo muy arriesgado para todos en la sala, pero para la perversa mente de la reina, era una idea brillante.
-Dejen las bases fronterizas con el mínimo de soldados...
Uno de los caballeros inclinados rápidamente hablo.
-Pero reina, eso nos dejaría totalmente expuestos ante un ataque enemigo.
-¡Ya estamos expuestos ante un ataque enemigo, maldito idiota!
Ante esta afirmación de Berenice, el caballero que se había puesto de pie, volvió a inclinarse rápidamente.
-Entonces continuare. Puede que sea algo arriesgado, pero no tenemos de otra, evacuen las bases fronterizas y traigan todos los soldados posibles a la capital. Si el enemigo quiere invadirnos, entonces dejémoslos.
Todos los presentes estaban sudando nerviosos ante tal afirmación de Berenice. Y ella continuo hablando.
-Claramente no dejaremos que entren a la ciudad, pero si los dejaremos acercarse lo suficiente para que piensen que tienen algún tipo de ventaja. Y cuando piensen que ganaron, atacaremos con todo lo que tenemos. Esto no es una guerra, es un simple juego de niños para mí, y es un juego que no voy a perder. ¿Entendido?
Todos los que estaban inclinados se pararon rápidamente mientras gritaban – ¡Entendido su majestad!- Mientras daban media vuelta y se retiraba de la sala del trono.
Una batalla en el reino de espinas iba a comenzar, y la capital iba a ser el escenario de esta.