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20.54% La Leyenda del Scire / Chapter 15: Capítulo 13: Memorias y promesas de un botón de plata – El «Niño Maravilla» II

Chapter 15: Capítulo 13: Memorias y promesas de un botón de plata – El «Niño Maravilla» II

Remia, Crystel - 8 de Junio - Año 525

«Muelle». El mensaje llegó.

 

Horas antes...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 8 de Junio - Año 525

 

El plato de Vlas se encontraba por la mitad. Era la primera vez desde que su hermano había vuelto que almorzaban juntos, pero esta vez, se les habían unido Lara y Leah. Los días anteriores habían sido ajetreados para la pareja, Lara se encargaba de reuniones muy temprano, hasta la tarde, y Rhys casi no pasaba en la casa. No habían encontrado un momento adecuado para pasarlo en familia, y ese día fue el indicado... Al fin.

—¿Has sabido algo de mamá, Rhys? —Vlas preguntó.

Leah se encontraba a su lado, y frente a ellos, Rhys y Lara. Su hermano alzó su mirada, este se encontraba en diagonal a su asiento. Terminó de tragar el bocado que había tomado y asintió.

—Sí, ayer hablé con ella —respondió—. Parece que ya aterrizaron en Zenith, luego de la reunión con el clan Zaro y los lideres de la ciudad volverán.

—¿Zaro? —preguntó Lara, recordaba ese apellido—. ¿La familia de Deborah?

—¿Conoces a Deborah Zaro, Lara? —Vlas preguntó.

—Sí, íbamos al mismo colegio, pero ella estaba un curso por encima —respondió Lara.

—Ella es la líder del clan Zaro hoy en día —contó Vlas.

Rhys sonrió. El clan Zaro estaba aliado con el clan Windsor, desde hacía muchos años, antes de su nacimiento incluso. Conocer a Deborah de antemano le daba algo de ventaja, sería más fácil tratar con los Zaro, y de paso tener una mejor predisposición de su parte ante cualquier pedido.

—Está casada con Jake —adhirió Rhys, entre bocados.

—¿En serio? —Lara lo miró sorprendida—. Pero ellos se habían separado... Jake salió con Ashley luego de eso... ¿Cuándo volvieron? 

«Ashley», pensó Rhys. Siempre que mencionaban su nombre, la figura de esa chica de cabello plateado aparecía en su mente. Hacía años no la veía, desde su casamiento con Lara. Luego de haber tenido una historia con ella, inclusive, pero que se desvaneció cuando prometió amor eterno a su esposa... Aun habiendo amado a Ashley también, con su historia enredada con su pasado, y cada sensación que quiso olvidar.

—Supongo que más adelante... Nosotros nos casamos mucho tiempo después de que comenzamos a salir también, creo que ocho años, ¿No? —dijo Rhys, con un poco de obviedad dejada en su voz—. También estuvimos separados antes de eso —agregó.

—Estuvimos separados, pero no del todo... Fue complicado —ella replicó.

—Un poco, fue algo así como una situación de la que no podíamos escapar —dijo Rhys.

Recordar ese año que estuvo separado de Lara luego de la muerte de sus padres y mientras la guerra transcurría no era algo ameno. Muchas de la situaciones que forjaron su persona ocurrieron en ese momento, cuando no tenía manera de arreglar nada, cuando sabía que no era el culpable, pero haciendo de todo para encontrarlo, y hacerlo pagar. Cuando la venganza lo arrebató, y tuvo que usar todo su poder para no caer de nuevo, arriesgando su vida cientos de veces, mientras aquellos que estaban a su lado caían ante las puertas del infierno, atrapados por la muerte.

El Demonio de Remia no era un salvador, lo supo tarde, cuando el futuro se le escapó de las manos, cuando no pudo siquiera salvar a Lara, a quien más amaba. Ser egoísta no era una decisión, era una obligación, una obligación a la que estaba aferrado desde que se convirtió en la única esperanza de aquellos a los que amaba, cuando sus vidas eran más importantes que cualquier otra, y la amenaza a estas era la cruz de su destino. No tenía el poder para salvar a todo el mundo, aunque sí para destruirlo, quizás por eso no se esforzaba en exigir su mente intentando encontrar una solución a la destrucción de la misma humanidad... Le fue muy mal haciéndolo en el pasado, hasta que sus ojos encontraron la razón de todo, y su alma fue suficiente para sostener un motivo más allá de su existencia... Un día ya no le quedaría nada más que cerrar sus ojos, para siempre, aunque con la seguridad de haber hecho lo posible para proteger aquello que más amó... A pesar de haber errado, de haber sumido todo su ser al odio y la venganza... A pesar de no haber sido aquello que estuvo destinado a ser... Un héroe. O un villano... Sólo fue un ser humano... Eso decidió ser... Amar hasta las últimas consecuencias... Porque en sus miradas se encontraba el sentido de su vida... Y la conclusión de su camino hacia la felicidad... Sin mirar atrás... Después de haberlo perdido todo... Él sólo aguardaba ese destino... Y para ellos, aquel futuro que les fue prometido.

—Por cierto —Vlas los interrumpió. Notó cierta tensión entre ellos, y no quiso que siguieran hablando de tal situación que llegó a lastimarlos tanto en el pasado—. Abrieron un nuevo restaurante en el muelle la semana pasada, me pareció una buena idea que fuéramos esta noche, ¿No creen? —propuso.

Rhys lo miró, analizando su rostro. Dándose cuenta al instante de cómo desvió el tema, casi con ganas de agradecerle por hacerlo. Las discusiones con Lara siempre comenzaban de la misma manera, y le molestaba mucho pelear con ella por tonterías, situaciones del pasado que habían concluido muchos años atrás, y aunque estas hubieran tenido muchas consecuencias que todavía persistían, no tenía sentido seguir con lo mismo, una y otra vez.

Lo de salir a cenar no era una mala idea después de todo. Debía esforzarse el doble en procurar que estuvieran a salvo, de eso no cabían dudas, pero divertirse de vez en cuando no era ningún pecado, y no por las amenazas de Rygal se iban a privar de eso. Tenía una decisión tomada desde el inicio, sus pensamientos secundarios sobre la seguridad de Vlas eran persistentes, aunque para nada un impedimento en que pudieran pasar un tiempo juntos.

—¿Te refieres a una cena? ¿Los cuatro? —preguntó, girando su dedo al señalar a todos los que estaban sentados en la mesa.

—Sí... ¿Qué piensas? —Vlas sostuvo su mirada en su hermano, sabía que iba a ser fácil convencerlo.

Rhys miró a Lara, ella ya lo había hecho, y cruzando miradas, ambos se dieron cuenta que pensaban lo mismo, no fueron necesarias palabras, un simple gesto de Rhys recibió una respuesta positiva de ella, asintiendo con su cabeza.

—Claro, vamos... Puedes invitar a tus amigas si quieres... Leah, ¿No tienes problemas con eso, cierto? —preguntó Rhys, dirigiéndose a ella esta vez.

—Emm, no, claro que no —respondió la chica.

—Bien... Saldremos entonces, espero que antes de las 8:00 p.m estén todos listos —avisó Rhys, poniéndose de pie. Lara, Vlas y Leah asintieron—. Vlas, te toca. —Señaló los platos.

—¿Eh? —Su hermano lo miró incrédulo.

—Los platos, hoy debes lavarlos tú... ¿Recuerdas que te dije? —dijo, riendo.

—No estamos en casa, Rhys, puedes dejarlo... —Lara le sonrió.

—Así funcionan las cenas en familia, es la tradición. —Rhys alzó sus hombros—. Leah te ayudará —indicó.

—No tengo problemas —ella asintió, con una sonrisa también.

—Nunca lavé los platos antes —declaró Vlas.

—Cierto, había olvidado que eres un niño mimado, antes no teníamos personal, yo debía ayudar a mamá, mientras tú dormías en tu cuna plácidamente, es parte de crecer, Vlas —bromeó. Lara rio, negando con su cabeza.

—Bien, bien, lo haré... —Vlas se puso de pie, y levantó los platos y vasos de la mesa, casi no cabían todos en su mano.

—Te ayudo. —Leah tomó algunos, antes de que se le cayeran.

—Gracias.

Ambos se dirigieron a la cocina, dejando a Lara y Rhys solos en el comedor. Ellos se debían una charla, los dos lo supieron cuando cruzaron miradas rápidamente apenas los chicos dejaron de oírse.

—¿Es realmente una buena idea? —preguntó Lara, fue casi imposible no sentirse preocupada por la situación. Ella sabía lo que Rhys enfrentaba con el hecho de tener que cuidar a su hermano... Podía suceder cualquier cosa.

—No pasará nada, sé que mientras esté a su lado él se encontrará a salvo —respondió Rhys, con seguridad.

—Rhys, no me refiero a eso, aunque puedas protegerlo, la situación no sólo radica en que él esté a salvo, sino que también en mantener en secreto tu poder, al menos hasta que estés preparado para contárselo.

—Sí... Pero puedo hacerlo sin que él se percate, tu estarás ahí también, puedes encargarte de ellos mientras me encargo de lo otro... Aunque, eso es únicamente si llegara a suceder, no quiero pensar en lo peor —él dijo, bajando su mirada—. Aparte, también está la situación con su amiga, y no quiero ponerlo en aprietos.

—Está bien, no pensemos en eso entonces... Pero está bien, podemos ponernos de acuerdo en eso, si sucede algo debes decirme al instante, así puedo encargarme de ellos.

—Claro... Maldita sea, todo este tema me tiene de los nervios. —Rhys cerró su puño. 

—Por cierto, Rhys... ¿Tú crees que tu padre no se entrometerá?

Esa pregunta lo hizo quedarse en silencio unos momentos.

—No es tan estúpido... Aunque siempre puede caber la posibilidad. —Él se vio dubitativo—. Es fuerte, no será fácil si debo enfrentarme con él... Y para nada podríamos pasar desapercibidos.

—¿Conoces ese poder en su totalidad?

—No del todo, esa vez ni siquiera estaba consciente, y cuando lo hizo como Shadow sólo jugó conmigo, pero supongo que se iguala al mío sin contar los Rexyss, tiene estos poderes hace mucho más tiempo que yo, aun así, todavía no conozco completamente su potencial, no sabría decirte con exactitud si podría ganarle pero la balanza a lo mejor se inclina hacia mi lado.

—Aunque se incline hacia tu lado, estamos en Remia, tú no vienes aquí desde hace diez años, y aunque ya te hayas probado frente a él en Fons, no significa que sea lo mismo aquí... Tiene todas las ventajas a su favor, será imposible enfrentarse a él estando solo, Rhys, eso lo sabes.

Lara siempre se estremecía al tocar ese tema, imaginaba lo peor, porque a pesar de que conocía el poder de Rhys, su seguridad y su determinación, también conocía la monstruosidad, crueldad y maldad de Rygal... Y nada aseguraba que Rhys pudiera salir airoso si se enfrentaba a él. En el peor de los escenarios, él se lo llevaría a la muerte consigo, y el miedo a que eso sucediera era algo que ella sentía a flor de piel, porque no era sólo un mal presentimiento, o una sensación que le daba cierta angustia. Era un opción, demasiado realista viendo el panorama en su totalidad... Rhys casi nunca mencionaba esa opción, él siempre estaba seguro de poder ganar, solo o acompañado, aunque renegaba de ayuda, no quería poner en peligro a nadie... Ya que él sabía que nadie estaba al nivel de Rygal y él, y conociendo su mayor debilidad, los demás sólo serían un estorbo en su lucha.

Pero Rhys abarajaba ese destino, sabía que su lucha sería el final de uno de los dos, o de los dos al mismo tiempo... Y desde ese día en el que ella lloró en sus brazos rogándole que no muriera, no quiso volver a pensar en eso, aunque era inevitable hacerlo cada que recordaba su propósito, su camino. Hacer sufrir a Lara era lo peor que podía hacer, romper esa promesa también... Y su propio destino se encontraba bajo su mirada, donde se reflejaba su alma... Y existía esa dualidad... Por eso... Debía vivir... Por y para ella... Rompiendo con esa sentencia y esa maldición... Sólo volviéndose Rhys Windsor... Sin más.

—Está bien, pase lo que pase, iré contra él y el mundo con tal de no volver a perder... No me quedaré a medio camino, Lara... Eso te lo prometí —aseguró. Sus ojos verdes acompañaron su intrepidez, y le dieron seguridad a su amada.

—Lo sé... Confío en ti más que en nadie... Rhys Windsor.

Mientras tanto...

Leah fijó su mirada en Vlas. Él estaba lavando un plato. Ella se los iba pasando a medida que él terminaba. No pudo sentirse algo avergonzada al recordar ese abrazo que tuvieron días atrás, cuando ella apenas había llegado. Se habían cruzado muchas veces en la casa, habían tenido algunas charlas cortas, pero ninguno mencionó ese abrazo... Ella quiso hacerlo, pero sintió que sería algo incómodo, ya que él no lo había hecho, y quizás le molestaba, o al igual que ella, le avergonzaba de la misma manera.

—Este es el último —indicó Leah, dejando el plato en su mano, luego de que él la estirara.

—Bien... Fue rápido, quizás lo haga seguido —él bromeó, esbozando una cálida sonrisa.

Ella lo vio de reojo, y sintió la sensación de querer sonreír también. Vlas era muy simpático, y la trataba bien, ella sabía que en realidad era porque era su casa, y ella era huésped, pero no era un motivo lo suficientemente razonable como para hacerlo... Ella sabía que había algo más.

—Vlas, olvidé decírtelo el otro día... Pero el pastel estaba muy rico, sé que no comí en la tarde, pero llevé una porción a mi habitación, lo probé en la noche —ella comenzó—. Quizás otro día puedas llevarme al lugar donde lo compraste, quisiera probar otros —propuso, aunque bajando su mirada, sabiendo que él se la devolvería, y sin querer cruzarla.

—Sí claro —él aceptó, cerrando el grifo. Se sacó sus guantes y mientras regresaba a ponerse el anillo que se había sacado momentos antes, dirigió su mirada a ella—. Es una pastelería en el Distrito Central, mamá me llevaba seguido cuando era pequeño —agregó.

—Oh, que lindo... Entonces, ¿Cuál es tu pastel favorito? —preguntó.

—Hmm... Vaya. —Él pasó su mano por su cabello, peinándolo hacia atrás—. No tengo uno favorito, aunque a mamá le gusta mucho el de chocolate blanco con galletas de vainilla, y a Zenda le gusta el de limón... Cuando salgo con ellas siempre pido lo mismo.

«¿Zenda? —se preguntó Leah, sabiendo que se estaba refiriendo a una chica—. ¿Su novia?».

—Oh, claro... En realidad lo que importa es pasar tiempo con ellas, ¿Cierto? —preguntó.

Él la miró, ciertamente con su rostro en concordancia, y sonrió.

—Sí, así es... Es bonito hacerlo —asintió, con una suave tono de voz.

—Haces lo mismo que Rhys —declaró—. Tu voz... Se vuelve suave cuando hablas de tu mamá, o de alguien a quien amas —explicó.

—¿Si? —Vlas preguntó, con algo de curiosidad.

—Sí, Rhys no lo hace seguido, pero muchas veces me habló de ti, de su madre, o de su hermano... Siempre bajaba la mirada, sonreía cálidamente, y su voz se volvía dulce y suave... Parecía otra persona —contó ella, entre risas.

—Él puede ser algo reservado con sus emociones, yo he visto poco de estas... Pero de lo poco que he visto puedo asegurar que al mismo tiempo es demasiado sentimental... Creo que compartimos ese rasgo... Pocas personas nos conocen realmente de esa manera... Lara es una de ellas para él... Tú también, supongo.

—No, para nada... Conozco más de Lara que de él... Aunque, como te dije, las pocas veces que se dejó ver de esa manera conmigo fueron suficiente para darme cuenta que es muy nostálgico; ama a Lara, a su madre... Y a ti... Más que a nadie.

—¿A mí?

—Supongo que ya te lo dijo, pero... Él volvió por ti, es algo que viene esperando desde que lo conozco prácticamente... Por eso quería conocerte yo también... Quería saber la razón por la cual él ansiaba tal momento... Y cuando llegó... Creo que ya la sé.

—¿La sabes? —Vlas la miró con cierto interés en su rostro, sus brillantes ojos verdes se vieron llenos de ímpetu, casi con el anhelo de que ella confirmara lo que él estaba pensando.

—Una promesa... ¿Cierto? —ella preguntó.

«Volveré... Guárdalo por mí». Las palabras de Rhys que lo dejaron diez años atrás aparecieron al instante en la mente de Vlas. Y esa última sonrisa de su hermano antes de cerrar la puerta de su casa, el momento en el que se rompió su corazón. Esperó años que esas palabras se cumplieran, entre su inevitable camino en soledad, y el deseo de nunca perder la esperanza, renegando esos pensamientos que presentían el peor de los destinos para Rhys... Como sí pasó con Demian.

La mañana de la partida de Rhys fue extraña. Él salió de su habitación temprano, no tenía colegio ese día, además, se cumplía un mes de la muerte de Demian, e iba a ir al cementerio con su madre y Rhys. No recordaba la razón por la cual quiso, por primera vez en su vida, bajar a tomar un vaso de agua. Quizás fue un presentimiento, tanto como la necesidad ignota de ir a dormir con su madre, ya que no había podido hacerlo en toda la noche, pensando en Demian.

«¿Te vas?», le preguntó a su hermano, cuando al llegar al anteúltimo escalón antes de pisar el húmedo suelo de madera con sus calcetines, lo vio a punto de girar la llave para abrir la puerta delantera, con un bolso colgando en su mano... «Vlas... Deberías estar durmiendo», su hermano lo miró con cierto nerviosismo, casi como no queriendo que él estuviera ahí en ese momento... Tardó mucho tiempo en comprender esa actitud, si hubiera sabido en ese instante que no lo iba a volver a ver, él tampoco hubiera bajado... «Se te cayó», le dijo, cuando al bajar su mirada divisó cerca del pie de Rhys un botón de plata donde se encontraba grabado un cuervo, el emblema de la casa Windsor, Rhys siempre lo usaba como broche en sus blazers y chaquetas. Su hermano sonrió... Le dijo esas palabras de despedida, antes de que él siquiera pudiera estirar su mano para alcanzárselo, y sin esperar respuesta, abrió la puerta, y se fue... Sin mirar atrás.

«Quédate conmigo», quiso decir. Pero las palabras se le atoraron en la garganta. Sólo se quedó apreciando el botón de plata, antes de que sus lágrimas comenzaran a surgir, y el silencio de la casa lo dejara solo con su pena... En ese momento creyó que sólo sería un tiempo, algunos meses, hasta que pasó un año, y luego dos, cinco... Diez... Aun así, con la promesa de su hermano en el corazón... Sabía que él no la rompería jamás... «No lo olvides...», repitió infinidad de veces... Eso significaba lo que él le dejó. El lema y emblema de su familia.

—Sí... Una promesa —musitó Vlas... Y ligeramente se dio el permiso de reír—. Una promesa... Que él no rompió.

 

Horas más tarde...

 

—¿Estás lista? —Lara entró a la habitación de Leah, ella estaba revisando su armario, vio también muchas prendas tiradas por el suelo—. ¿Qué haces? —preguntó.

—Oh, mamá... Estaba buscando qué ponerme... Tenía pensado usar esta camisa con esta falda, ¿Qué piensas? —Leah sacó dos prendas del armario. Una era una camisa de seda, color azul marino, la otra era una falda de tubo, negra, con un cierre al costado—. También tenía pensado usar los tacones que me compraste para mi cumpleaños dieciséis. —También sacó el calzado de una maleta.

—Me gusta, cualquier cosa te queda bien, eso lo sabes... Eres preciosa. —Lara sonrió. Leah bajó su mirada, algo modesta—. Pero es sólo una cena con Vlas y Rhys, no debes ir tan preparada.

—¿Cómo que no? Es la primera vez que salgo en Remia, quiero lucirme —dijo la chica, dando una vuelta. Sus pendientes de diamantes giraron con ella, la luz los golpeó en un momento, estos brillaron, reluciendo bajo su brillante cabello dorado.

Lara se acercó a ella, frenó cuando estuvo a centímetros, y estiró sus manos, hasta llegar a su rostro, ahí las dejó posadas un momento, permitiéndole ser contagiadas con el calor de ella... Y sonrió al ver como Leah lo hacía también.

—Eres hermosa, cariño. —Acarició su mejilla, y con uno de sus dedos colocó el cabello de su hija detrás de su oreja—. Esos pendientes son bellísimos... ¿Son los que Rhys te regaló, no es así?

—Sí... No los había usado, creo que es un buen día para estrenarlos.

—Así es. —Lara retrocedió—. Iré a esperarte abajo, no tardes, Rhys y Vlas están por volver de la casa de los Allen —avisó.

—Claro, mamá... Nos vemos abajo —Leah asintió... Y rápidamente entró al baño.

Lara salió de la habitación, caminado lentamente por el pasillo de la planta alta de la mansión de los Windsor. Antes de llegar a la escalera para bajar a esperar a Rhys en la sala, se halló con un muro de fotos, ahí vio algunas caras conocidas, así como fotos de momentos que se remontaban a más de diez años atrás.

Demian Windsor... El hermano menor de Rhys. Ella lo conoció a los diecisiete años, cuando comenzó a salir con Rhys. Él tenía nueve años. Demian era el chico más divertido y extrovertido que alguna vez conoció, una mezcla de sensibilidad tanto como carisma, siempre tenía una sonrisa en su rostro, de buen humor, y empático. Se preocupaba tanto por los que amaba, como por aquellos a quienes querían los que amaba, como fue con ella. Demian era un chico despierto, nadie lo podía tomar por tonto, a pesar de su personalidad despreocupada y bromista, el chico sabía muchas cosas, siempre estaba observando todo lo que pasaba con sus padres, o con sus hermanos, y conocía a Rhys como la palma de su mano... Fue la única persona que lo logró descifrar. Por la misma razón, también fue la única persona que logró conocer en su totalidad el destino que Rhys sufriría... Ese en el que no estaría él... Quizás por eso, sabiendo lo que le esperaba, le hizo ese pedido aquella vez.

«Salva a Rhys, Lara... Él no se merece ese final», le dijo esa tarde de verano en el parque, unos días antes de que ella se volviera a Fons, a seguir con su vida, lejos de Rhys. En ese momento, jamás esperó que sería la última vez que vería a Demian, pero, al parecer, él sí... Y le dejó esa responsabilidad, que cargó con ella mucho tiempo, hasta que Rhys ya no tuvo salvación, cuando él murió.

A ella no le gustaba hacer votos de promesas, más que nada, porque conocía la impredecibilidad de la vida, así como la de sus emociones, y lo complicado que sería en el futuro voltear su destino para que estas no se rompieran, y le dejaran una angustia irreversible. Lo supo cuando después de la guerra no le quedó nada, ni esas promesas que parecían ser eternas, rotas, como copas de cristal cayendo al vacío... No había vuelta atrás. Así fue como ese presentimiento para nada positivo interrumpió que pudiera prometerle a Demian que no lo decepcionaría... En ese momento no supo por qué sus palabras se atoraron en su garganta, como si su alma no quisiera volver a sufrir, por una promesa rota, otra más... Y se disculpó con Demian, por años, por no poder afrontar el miedo que le daba salir lastimada por no ser lo suficientemente fuerte para ver a Rhys en su peor momento... Y por dejarlo solo... Por muchas cosas... Y aunque sabía que no era su culpa... Tampoco fue la de Demian, ni la de Rhys... No fue la culpa de nadie, y eso era aún más trágico... Ya que, si no tenían a quien culpar... Deberían tragarse su tristeza por siempre... Porque nada de lo sucedido en el pasado tenía solución... Y así como lo fue, debían dejarlo atrás... Era mejor para todos... Para dejar de sufrir... Aunque antes... Debían estar seguros de que tendrían un futuro... Su pelea... Su sueño... Su verdadera responsabilidad. De una promesa rota... Nació la que sustentaba el sentido de su vida.

 

Después...

 

Remia, Crystel - 8 de Junio - Año 525

 

—Que suerte que sacaste la camioneta, Rhys... Somos tantos que parece una excursión —bromeó Vlas.

La camioneta tenía espacio para ocho personas... Ellos eran seis. Rhys y Lara iban en los asientos de adelante, él de conductor, y ella de copiloto. Los asientos traseros se repartían en dos, de un lado estaban Vlas y Zenda, y del otro Kora y Leah. Enfrentados.

—Ni que lo digas —su hermano respondió, acomodando el espejo retrovisor para divisar a los chicos detrás suyo—. Leah, ¿Te presentaste? —preguntó, notando que la chica se encontraba cabizbajo, casi retraída en su lugar. Él había olvidado que por más extrovertida que pareciera Leah, en realidad a veces se le dificultaba sociabilizar con personas que apenas conocía... Vlas fue sólo una excepción, ya que sabía que era su hermano menor, y él le había hablado mucho sobre este mismo. Lo conocía sin conocerlo.

—Sí, hoy cuando subimos... —respondió la chica, en voz baja.

Lara miró a Rhys con una sonrisa al escuchar a su hija, supo que ella estaba siendo tímida, pero que pronto se acostumbraría a las nuevas compañías... Eso pasaba siempre al inicio.

—Leah... ¿Cuántos años tienes? —Zenda intentó comenzar una charla.

Rhys agradeció internamente que la chica se haya animado a preguntarle algo, lo que fuera, eso ayudaría mucho a que Leah no se sintiera incómoda con ellas.

—Tengo diecisiete, cumplo dieciocho a fin de año —Leah respondió.

—Oh, eres más grande que nosotros. —Kora se unió.

—¿Que los tres? —preguntó Leah, confundida, sabía que Vlas era menor que ella, pero se llevó una gran sorpresa al saber que las chicas, obviamente de la misma edad ya que eran gemelas, eran menores también.

—Somos de la misma generación —Vlas aclaró—. Conocí a Zenda y Kora en la escuela.

—Ya veo... —Leah comprendió—. Por cierto... ¿Ella es la chica a la que te referías hoy cuando dijiste que te gustaba pasar tiempo con ella? —le preguntó, refiriéndose a Zenda, con un poco ingenuidad en su rostro.

«Por favor, Leah», Rhys quiso reír, miró a Lara y ella estaba igual que él, aguantando la risa. No la podían juzgar, ella no tenía nada de conocimiento sobre la relación de Vlas y Zenda.

—Emm... —Vlas bajó su mirada, su rostro se había puesto rojo, la vergüenza lo invadió—. Sí... Es ella —agregó. Escuchó la risa de Kora cuando después de eso se quedó en silencio, y cabizbajo.

—Leah... ¿Eres de Fons, cierto? —Zenda preguntó, cambiando de tema. Ella hizo lo posible para no reaccionar de la misma manera que Vlas, haber hablado con él días antes sobre sus sentimientos fue algo que la ayudó para no ponerse como siempre se ponía cuando mencionaban algo por el estilo... Y sabiendo que él todavía no podía hacerlo, lo ayudó un poco.

—Nací en Raven, pero a los ocho años mis padres se mudaron a Ash, por temas de trabajo, y viví ahí el resto de mi infancia, hasta que ellos fallecieron —musitó, al final, tragando algo de saliva—. Luego viví algunos meses en un orfanato de Koella, hasta que... —Sonrió—. Hasta que Lara me adoptó —terminó, la sonrisa se mantuvo en su rostro.

Lara la oyó, detrás suyo, y en su rostro también se esbozó una sonrisa.

—¿No te duele hablar sobre eso? —preguntó Kora. Apenas hacerlo sintió la mirada de su hermana con intensidad, se la devolvió, algo confundida, ¿Qué había dicho?

—Emm... —Leah aclaró su garganta—. No del todo, supongo que he podido superarlo... Aun los extraño, pero así como pasó, ellos no volverán, y ya no hay vuelta atrás. —Bajó su mirada, el recuerdo de sus padres hizo que sus palabras se llenaran de melancolía.

—Creo que a todos nos pasa lo mismo, Leah... Cuando perdí a mi hermano también sufrí mucho, y no he parado de extrañarlo desde ese día, pero él no volverá, y debí aprender a enfrentar la vida sin él, porque creo que es lo que él hubiese querido, es un proceso largo, bastante doloroso... Pero necesario al fin y al cabo.

Leah mantuvo su mirada fija en Vlas, mientras él terminaba su discurso. Quiso darle otro abrazo, porque él sabía qué decir en todo momento, como dejando caer su alma a resquicios, dando pequeños flashes de lo que fue su pasado, y el sufrimiento que en este sintió. Casi como ella, como Lara... como Rhys... Eran tan parecidos... Sentía que se comprendían como nadie.

—Deberán dejar la charla sentimental para más tarde... Llegamos —Rhys los interrumpió, mientras frenaba la camioneta en el estacionamiento—. Pueden ir bajando, ya los alcanzo —avisó.

Los chicos, y Lara, lo obedecieron. Y luego de bajarse del coche, comenzaron a caminar por el muelle hacia el restaurante, este se encontraba en la parte central, luego de varias tiendas, y algunos juegos mecánicos... Hasta lograron ver una rueda de la fortuna gigante que se alzaba ante ellos, era tan inmensa que incluso están al final del muelle, podía verse desde kilómetros.

Leah caminaba con Lara, al frente, ellas iban charlando. Zenda y Kora las seguían, a unos metros, y atrás se quedó Vlas, siguiéndolas a paso lento, esperando que su hermano los alcanzara.

Pidieron una mesa de seis cuando entraron al restaurante. Un poco elegante, a Vlas no le sorprendió, había estado en lugares tan deslumbrantes que era sólo volver a ver lo mismo una y otra vez. Algunos candelabros de cristal, mesas con manteles rojos, obras de arte en las paredes blancas y personas bien vestidas... Lo normal.

—Volví. —Rhys llegó cuando ya se habían sentado—. ¿Pidieron? —preguntó, tomando asiento en la silla que le habían dejado al lado de Lara.

—Te estábamos esperando. —Lara le alcanzó la carta.

—Mejor así, pidan lo que quieran entonces... Yo invito.

—Wow... ¿Ya te estás luciendo? —bromeó Lara, golpeándolo un poco con su codo.

—Tengo mis herramientas. —Él alzó sus hombros.

—Por cierto, Rhys... Nunca me había fijado atentamente en tu anillo de matrimonio... ¿Eso es una «L»? —preguntó Vlas, inclinándose un poco en la mesa, para lograr apreciar con mejor detalle la joya de su hermano.

—Oh, sí, la «L» de Lara. —Él estiró su mano sobre la mesa.

—Y la «R» de Rhys. —Lara hizo lo propio con la suya, y llegando a la de Rhys, entrelazó sus dedos con los de su esposo, los anillos chocaron, y brillaron juntos.

—Wow... Son hermosos. —Los ojos de Zenda resplandecieron encandilados por el brillo de esos diamantes que ambos tenían en cada anillo, representando sus iniciales.

Vlas la miró y percibió la inmensa emoción de Zenda con respecto a lo que su hermano y Lara les estaban mostrando. Lo comprendió cuando recordó lo sucedido entre ellos esos días atrás, cuando le dijo que quería casarse con ella. Él siempre pensó que ella era idealista, con muchas de sus intervenciones, sus pensamientos, y su imaginación, una mente hermosa, como ella. Pero él no había dejado de serlo en ningún momento tampoco. Aunque quizás no era una idealización después de todo, era un deseo, un anhelo, su propósito, su libertad... Por eso la sonrisa dibujada en su rostro al verla emocionada con la relación de Lara y Rhys lo contagió... Porque quizás ella no estaba sólo emocionada, sino que también ilusionada... Ilusionada de que ese momento llegara para ella también.

—Gracias... Fue un regalo de Rhys... Él tiene buen gusto para las joyas —señaló Lara, y Rhys sonrió.

—Vlas ya lo sabe, ¿Cierto? —Rhys preguntó, dirigiéndose a su hermano. Al prestar su atención, logró señalarle el anillo que él llevaba en su dedo.

—Cierto... Este era tu anillo. —Vlas recordó.

El anillo de oro de Demian era el único recuerdo material que tenía de su hermano... Lo usaba siempre, desde que él falleció. En realidad, el primer dueño del anillo fue Rhys, este fue un regalo de su madre cuando él cumplió diez años. El anillo era de oro macizo, tenía un mesa donde estaba grabada la «W» de su apellido, y en los bordes una flor de lirio en cada lado... Nunca supo por qué tal detalle, pero tampoco se lo quiso preguntar a su madre, sólo ella sabía la razón, y quizás... Era sólo algo que ella quería saber.

Demian se lo regaló cuando él cumplió cinco años. Él insistía en querer una joya que lo representara, como si tenían Rhys, y Demian... Así fue como su hermano mayor envió el anillo para que pudieran acomodarlo a su tamaño, y se lo obsequió ese día. Ese anillo, así como el botón de plata de Rhys... Eran los únicos objetos materiales que realmente tenían valor para él, sin contar el brazalete de Zenda, que en realidad era de ella y no suyo.

—Mamá me lo regaló cuando cumplí diez años... Yo elegí el diseño —se jactó su hermano, algo orgulloso.

—Espera, ¿O sea que tú sabes que significan estas flores de lirio? —preguntó Vlas, con curiosidad.

—¿Conoces la colina de Lirios que se encuentra al oeste de Crystel? Cuando era pequeño, antes de que Demian y tú nacieran, mamá y yo la visitábamos siempre en su cumpleaños... Es algo simbólico, sé que para ella eso significaba mucho —explicó su hermano.

—Claro... —Vlas asintió.

—Como el Ave Fénix —soltó Zenda. Vlas rápidamente le dirigió su mirada.

—¿Ave Fénix? —preguntó Rhys, confundido.

—Es un regalo de Vlas, me lo obsequió cuando cumplí quince años —respondió ella, alzando su mano hasta mostrar su muñeca, con el brazalete que siempre portaba en ella.

—¿Le regalaste eso? —Rhys miró a su hermano, con una sonrisa.

—Vaya Vlas... No sabía que eras tan detallista. —Lara dejó salir una ligera risa, que acompañó con una jovial sonrisa.

—Es lo mínimo que Zenda se merece. —Vlas giró su rostro, ella estaba a su lado, logró apreciar su bello rostro, y sonrió—. Ella es muy importante para mí.

Ella estaba tomando su mano, él no paraba de sonreír. «Debí saberlo», pensó Leah, apreciando esa imagen frente a sus ojos. Era obvio que ellos estaban enamorados, que su relación, más que una amistad, era demasiado significativa para ambos, sólo con verlos interactuar unos minutos se podía deducir. Y ella se lo podía esperar.

«Vlas te pareció lindo, ¿Cierto?», le preguntó Lara unos días atrás, luego de que comenzaran a hablar del tema del abrazo que tuvieron; «Sí, me interesó un poco su persona... Pero sólo eso, apenas lo conozco», respondió ella, y Lara no insistió más. Aunque era verdad, Vlas le interesaba, lo veía ciertamente atractivo, dejando de lado su apariencia física, que era demasiado hermosa, así como la de su hermano, algo demasiado difícil de ignorar. Aun así, su persona era lo verdaderamente cautivador de él, al menos con ella, era simpático, y podía ser algo introspectivo y sincero al mismo tiempo, como la charla que habían tenido más temprano ese día. Pero por más que fuera así con ella, frente a su rostro estaba la prueba de que eso no significaba nada más que simple cordialidad, por todo lo que ella significaba para Rhys, que era su hermano, y porque era un buen anfitrión, y no quería que ella se sintiera incómoda en su casa. 

Ella bajó su mirada, y como si fuera involuntario, una ligera aflicción la invadió, sin motivo... O quizás, era un motivo que no podía comprender, así como no podía comprender muchas cosas que no había experimentado antes; «Si te tuvieras que enamorar, no te darías cuenta, porque así funciona el corazón». Tal vez Lara tenía razón, ella era la más indicada para decir algo así, tal vez también por eso no se percató del motivo de esa sensación en ella al ver a Vlas sonreír al lado de Zenda, o escucharlo hablar tan lindo de ella. Podía sentirse algo ingenua, ignorante de lo que comenzaba a sentir, porque nunca se interesó en eso, su mente siempre estaba ocupada en otras cosas que la alejaron de vivir una adolescencia normal, pero que cuando al fin podía hacerlo, comenzaban a suceder... Y no podía evitarlo, sólo afrontarlo, aun sabiendo las desilusiones que llegarían... Tarde o temprano.

Lara notó el gesto de su hija, sólo estuvo mirándola a ella en todo momento, vio paso a paso la confusión en su rostro, hasta la aceptación, y también un poco de resignación. Sabía que no se equivocaba ese día que habló con Rhys... Y con ese vistazo, comenzó a pensar en por fin dar ese paso en su crianza, y hablarle de ciertos temas de los que Leah ya comenzaba a tener presente... Antes de que saliera lastimada por no comprender sus sentimientos... Como sí pasó con ella en el pasado.

—¿Estás bien? —le preguntó, acercando su brazo a ella, disimuladamente... Intentando que nadie se diera cuenta.

—Sí —Leah afirmó, alzando su mirada, y esbozando una tierna sonrisa.

—Más tarde tengo algo que decirte, házmelo recordar, por si me olvido —le avisó.

—Claro... Lo haré —asintió la chica. Y ambas se acomodaron en su lugar de nuevo.

Lara volvió su mirada a Rhys. Él ya había deducido todo lo sucedido en un instante, como siempre hacía, y de esa manera, ella no se sorprendió cuando él le pasó una servilleta con algo escrito en ella.

«Eres una madre excelente cariño... Ella siempre estará segura a tu lado», decía. Luego de leerla, miró a su esposo de nuevo, y él le guiño un ojo, para después posar su mano sobre la de ella.

—Por cierto, Rhys. —Vlas tomó la atención de su hermano—. Y Lara también, de hecho, se trata sobre ambos... ¿Cómo ha sido su vida en familia? Son seis años ya, ¿Cierto? —inquirió, tenía bastante curiosidad, desde el día en el que su hermano le contó lo de su matrimonio, de saber qué tal lo habían llevado ambos, aún no conocía la versión de Lara.

—Vaya, ¿Por dónde empezar? —Rhys comenzó a reír, mirando de reojo a Lara, quien asentía con una sonrisa también—. Como cualquier familia, Vlas... Tú sabes, las dificultades existen siempre, superarlas juntos es nuestra misión, es lo primero en lo que nos pusimos de acuerdo cuando decidimos formar una familia, cada uno tiene su rol y responsabilidad en esta, pero igualmente nos apoyamos mutuamente, a veces se vuelve necesario, nadie puede hacer todo solo —explicó.

—Sin contar que nosotros nos casamos muy jóvenes, y debimos aprender muchas cosas en el camino —adhirió Lara, y rápidamente miró a Leah—. Como nuestra responsabilidad como padres de Leah, y todo lo que hacemos que influye en su crianza, porque a pesar de que ella ya sea grande, y comprenda muchas cosas, aun nos preocupamos mucho por ella, y creo que eso nunca se va acabar, nos hemos acostumbrado a su presencia en nuestras vidas, es algo que nos ilumina día a día, y sé que ella lo sabe, ¿Cierto, cariño? —le preguntó.

—Claro que lo sé, mamá. —Leah sonrió—. También deberías agregar que, al inicio... Fue un poco complicado —dijo, riendo.

—¿Complicado? ¿Por qué? —preguntó Vlas.

—Porque cuando llegas a cierta edad crees que sabes mucho de la vida, y no fui la excepción, creo que me entiendes Vlas, tenemos casi la misma edad, los adolescentes somos algo extraños en cierto sentido, vivimos en base a la contradicción, somos emocionales y tercos... Es una etapa necesaria, hay que caer para volver a levantarse, por eso creo que debemos aprender de nuestros errores, así es como no me arrepiento de haber pasado por eso, al final, terminó ayudándonos a ambas, reforzó nuestra relación, y así como mamá me comprendió a mí, yo la pude comprender a ella —expresó la chica.

Lara se dio el permiso de sentirse orgullosa con la chica que había criado, una y otra vez... Ella no paraba de sorprenderla con su madurez, y con esas intervenciones tan acertadas. Sabía que había hecho un buen trabajo... Estaba muy satisfecha.

—Mas que extraños diría complejos... —intervino Rhys—. Yo también fui un adolescente, todo lo que ustedes están viviendo ahora, yo ya lo viví, y más veces de las que quisiera haberlo hecho —comentó, mirando a su hermano.

Vlas recordó esa charla que habían tenido el día que Leah llegó a su casa, y todo lo que su hermano dijo sobre él, y su pasado, así como lo que él dijo, y el detalle de que Rhys le dio una lección que no quiso ver venir... Leah tenía razón, ellos siempre querían creer que sabían mucho de la vida, hasta que alguien que realmente la vivió... Los baja a la realidad.

—Y en la peor época para serlo —dijo Lara, acompañado de una risa mordaz.

—Nos invadían las dificultades, Lara... Eso no significa que no hayamos podido salir airosos de la lucha —replicó su esposo.

—¿Por qué lo dices? —Vlas dejó salir un poco de curiosidad.

—Porque cuando eres un príncipe y todas las personas del mundo te conocen es algo extraño intentar actuar como un adolescente normal, tienes demasiados ojos sobre ti y cualquier error que cometas puede llevarte de un lado al otro sin que tú quieras... Fingir es algo a lo que estaba muy acostumbrado, mentir también... Pero la simple razón que acompañaba estas acciones era estúpida... Lo hacía por aprobación, así que cuando me di cuenta de que esa forma de ser era innecesaria, por fin pude comprenderme a mí mismo... Por fin pude saber lo que realmente quería para mí... —dijo con mesura. Ante esa última frase miró a Lara y sonrió. Ella hizo lo mismo—. La búsqueda de una identidad propia en la adolescencia es una etapa complicada, si no tienes la suficiente madurez mental o acompañamiento en ese camino, se vuelve cuesta arriba... Y ceder se convierte en la opción más sensata... Incluso en ese momento.

Rhys nunca era serio para hablar, pero cuando la situación lo ameritaba podía dejar su ser sarcástico de lado y volcarse a la madurez, justo como en ese momento.

—Es extraño que tú lo digas... Tú nunca cediste —aseguró Vlas, convencido.

—Pero lo pensé... Lo pensé mucho... En algún momento pudo haberse hecho realidad, y estoy seguro de que si hubiera sabido cómo sería mi vida hoy en día, estaría demasiado arrepentido frente a una decisión así.

—¿Fue tan difícil enfrentarlo incluso teniendo todo lo que quisieras a tu alrededor? —preguntó Zenda dejando ver algo de intriga en su pregunta.

—No tenía todo lo que quería a mí alrededor... Sólo tenía a mi madre y hermanos... Pero ellos eran demasiado pequeños como para vislumbrar lo que me sucedía... Y no los juzgo, en su lugar tampoco lo hubiera hecho. —Rhys cruzó sus brazos y se recostó aún más en su silla. Quería acabar rápido con esa conversación, pero la comida tardaba.

—Demian era alguien perceptivo... ¿Nunca te quiso ayudar? —preguntó Vlas, con un rostro invadido de dudas.

—Sí, lo hizo muchas veces... De hecho, era a la única persona, aparte de mamá, con la cual realmente podía confiar, y sentirme libre de poder contarle lo que fuera... Cuando me enamoré de Lara fue a quien recurrí primero —soltó Rhys, riendo.

—Parece que sus consejos eran buenos —bromeó Kora.

—Quizás sí... Pero Rhys no los supo aprovechar, ya que fui yo quien dio el primer paso —reveló Lara, y la mesa entera estalló en risas.

—Parece que vamos a tener que posponer esta charla para más tarde... La comida ya viene —señaló Rhys, cuando varios mozos dejaron algunos platos sobre la mesa—. Gracias. —Inclinó su cabeza en agradecimiento, y luego de responder con una señal estos se fueron.

—Bien... A comer. —Lara golpeó sus manos y dio paso a la hora de la comida.

 

Horas después...

 

Remia, Crystel, Muelle de la ciudad - 8 de Junio - Año 525

 

Con el asunto de la comida zanjado, los dos jóvenes y los cuatro adolescentes caminaban por el muelle en dirección al estacionamiento. La noche ya se había adueñado del ambiente, al mismo tiempo que la inmensa y brillante luna se posaba en lo alto.

—Estaba muy buena la comida de ahí, deberíamos venir más seguido —dijo Vlas satisfecho con el delicioso festín que antes habían sido capaces de saborear.

—Recuérdenme no ofrecerme a pagar de nueve frente a ustedes, me dejaron en la quiebra —bromeo Rhys realizando un gesto de dolor mientras agarraba su pecho, más cerca de su corazón.

—Ni que lo digas —asintió Lara, también riendo—. Realmente me sorprendió que chicos tan jóvenes pudiera comer tanto —agregó asombrada.

—Ey... No creo que sea para tanto, no fue tanta comida. —Vlas intentó disminuir la exageración.

—Claro, Vlas... —al decir esto, Rhys sintió una vibración en su oído... Y no era cualquier señal.

Frenó la caminata y se quedó parado mirando de un lado al otro... Con incertidumbre. «Maldita sea, no ahora», pensó. Si tuviera que decidir un momento más inoportuno para que eso sucediera, realmente elegiría ese, podrían haber esperado, pero no... Tuvieron que hacerlo en ese momento.

—¿Qué sucede Rhys? —Lara se dio la vuelta y lo miró con cierta curiosidad. Notó que su rostro era de confusión.

«Nos están siguiendo», pensó Rhys al levantar su mirada y fijarla en Lara. Ella era quien mostró un rostro de confusión luego de eso. Quiso decirle, pero los chicos iban a oírlo, y no quería crear pánico, mucho menos involucrarlos en el problema. Iba a tener que hacerse cargo solo.

—Nada, me olvide de algo, vayan al carro que pronto los alcanzo. —Hizo un último gesto con sus ojos, y se dio la vuelta para salir corriendo.

Lara se quedó parada en su lugar, mirando a Rhys alejarse hasta que a lo lejos, la oscuridad del muelle impidió que siguiera viéndolo. En ese momento recordó lo que él le había dicho esa tarde, y pensó lo peor, pero si así fuera, él le había dejado en claro que se lo haría saber, para que ella pudiera encargarse de los chicos sin que estos corrieran peligro. Además, no sentía nada más que la energía de él en ese lugar, nada de hostilidad... Era imposible que algo malo estuviera por suceder... Quiso confiar en su percepción.

Los chicos no comprendían muy bien lo que había sucedido, Rhys y Lara habían parado metros atrás, y él se había alejado corriendo. Su desconcierto se vio reflejado en sus actitudes. Se miraban con extrañeza. Sin saber a qué vino la reacción de Rhys.

—¿Qué fue eso? —preguntó Vlas, con su mirada también fijada en su hermano, al verlo perderse en la oscuridad de la noche en el largo camino hacia el final del muelle.

—Ocurrencias de Rhys —dijo Lara al darse la vuelta, quitándole importancia—. Vamos hacia el auto, seguro nos alcanza en un rato —agregó, y todos siguieron el camino hacia el estacionamiento.

«Lo sabía, sabía que mi padre enviaría personas a atacar a Vlas... Maldita sea Rygal —Rhys maldijo internamente mientras corría hacia el final del muelle—. Debo impedir que se acerquen a él, los buscaré por todo el muelle si es necesario... Podría buscarlos con mis Rexyss... No, eso utilizaría mucha energía, mejor los buscaré por el aire».

—¿Qué estará haciendo Rhys? —preguntó Vlas, mientras miraba su celular, recostado a la puerta trasera de la camioneta.

—Quizás fue al baño —respondió Lara—. Esperémoslo un rato más, si tarda mucho, lo iré a buscar —agregó, y las chicas asintieron.

 Rhys decidió volar por alrededor del muelle para intentar ubicar a los atacantes. Al alzar vuelo, divisó una luz cerca de la bahía, al llegar a esta, se paró sobre el faro de cual salía, en el medio de un montón de arena que parecía ser una pequeña isla, apenas algunos metros alejado del muelle. Ahí amplió su vista y con una mirada panorámica de todo el lugar pudo vislumbrar a los atacantes. 

—Los encontré. —Sonrió con orgullo al encontrar su ubicación, detrás de un local junto al estacionamiento, este estaba cerrado, y a oscuras, por eso no logró divisarlos antes cuando buscó a sus alrededores sin energía—. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Ya veo, cinco contra uno, no parecen ser muy fuertes, los puedo vencer fácilmente —aseguro, desatando todavía más orgullo sobre sí mismo.

No podía hacer mucho ruido. Saltó del faro hacia lo alto de una construcción que rodeaba el estacionamiento, lo suficientemente lejos para que Lara y los chicos no lo vieran. Ahí activó su sello, y usando su teletransportación, desapareció de lugar.

Con la oscuridad rodeando a los atacantes ruidos de acecho se comenzaron a oír.

—¿Qué es eso? —preguntó uno de los tipos, dándose la vuelta—. Un ruido, vino de ahí. —Señaló la zona donde se encontraban los botes de basura—. No se ve nada.

—Deja de lado eso, debe de ser un gato o algún ave... Ya vimos que no hay nadie además de ellos en el lugar —respondió otro señalando a Vlas—. Espera. —Paró notando un elemento faltante—. ¡¿A dónde se fue Windsor?! —preguntó con exasperación.

—Está ahí —indicó otro. Vlas seguía en su lugar.

—No me refiero a Vlas Windsor... Me refiero a Rhys... Windsor —pronunció su apellido con su voz palpitando. Sus ojos negros se hicieron enormes de repente y el latir de su corazón se aceleró.

—Zeinal... ¿Pasa algo? —preguntó uno de los atacantes, este se encontraba de espaldas al lugar de donde venía el ruido. 

—Rhys... Rhys Windsor. —Lo señaló, levantando su dedo índice. Este se dirigía al mismo lugar del cual venía el ruido. Dentro de la inmensa oscuridad.

—¡¿Qué?! —El atacante volteó, pero ya era muy tarde. Los brillantes ojos verdes del Demonio de Remia ya se encontraban sobre él y su mirada era fría, crispada y atemorizante.

—¿Qué se supone que iban a hacer? —Su voz grave y ronca demandó respuesta al momento en el que se apareció frente a los sujetos.

Su cuerpo y presencia se alzaba frente a ellos. Su mirada no dejaba de paralizar todo a su paso, el viento dejó de soplar frente a una fuerza inamovible... Frente a Rhys Windsor.

—Maldita sea... ¿De dónde salió? —preguntó uno de los atacantes con su garganta cerrándose del miedo.

—Las preguntas las haré yo —respondió Rhys esta vez cambiando a un tono serio. Procedió a tocar el suelo con mano derecha, donde se encontraba su sello.

La presión se vio manipulada, esta comenzó a disminuir y se hizo notar en el ambiente. El viento surgió de nuevo, y esta vez corría mucho más fuerte, ráfagas se empezaban a formar a los alrededores acompañadas de truenos y brillantes rayos que se acercaban al lugar.

Todo el muelle también comenzó a moverse, como si fuera un terremoto que azotaba con furia. Todo el extraño cambio climático había sido obra de una sola persona, la persona que comenzaba a elevarse por los cielos.

—¡No me digan... Planeaban matar a Vlas! —Alzó su voz. Esta retumbó en el lugar, al momento en el que Rhys se elevó con su vuelo, enalteciéndose por sobre todo. Rodeado de los rayos tormentosos, de las ráfagas de viento y una furia imposible de controlar—. ¡Morirán! —Ya se encontraba fuera de sí.

—Rhys Windsor... Así que volvió —comentó uno de los atacantes, paralizado... Su destino estaba sellado... Esa presencia, no era algo de lo que podrían escapar.

—Así es, despertamos al Demonio de Remia —aseguró Zeinal, aterrado del inmenso poder de Rhys.

Lara quedó paralizada al sentir el temblor y escuchar esos gritos, que parecían venir de una voz demasiado conocida. También recordaba lo que pasaba siempre que ráfagas de viento se formaban a su alrededor, y maldijo al asumir que no estaba en lo correcto con su presentimiento momentos atrás... Creyendo que no iba a pasar nada malo.

«¿Rhys, de nuevo?», pensó, y su cuerpo se estremeció cuando todos esos malos recuerdos volvieron a ella.

—¿Qué es eso? —preguntó Zenda, señalando algo en el cielo.

—Es una persona —respondió Kora, sorprendida.

—¿Cómo va a ser una persona? Es imposible que las personas vuelen —refutó Vlas, levantando su mirada hacia donde Zenda señalaba—. Espera... Sí... ¡Eso es una persona! —Su expresión cambio a una de asombro y confusión. ¿Cómo era eso posible?

—Es Rhys —la afirmación de Lara tomó la atención de los chicos. Escuchar el nombre de Rhys los dejó en shock.

—Mamá... No me digas que... —Leah paró, cuando la mirada de su madre le dio todas las respuestas, sin ninguna palabra. Ella sabía lo que se venía... Creyó que no lo iba a ver jamás.

—¿Rhys? —preguntó Vlas con un suspiro atorado en su garganta. Las palabras casi no salían—. ¿Cómo que Rhys? ¿Qué sucede Lara? —preguntó otra vez moviendo a Lara desde su hombro. Se comenzó a desesperar ligeramente.

—¡Cálmate Vlas! —Lara alzó la voz asustando a Vlas. Lo vio agachar la cabeza y poner su mano sobre su pecho. Se sintió mal cuando advirtió su reacción—. Lo siento por eso pequeño... Pero no está en mi posición explicarte esto, sólo Rhys puede hacerlo... Pero él —paró, al apoyar su mano sobre el cabello de Vlas, y acercarse a él levantando su rostro. Sus miradas se cruzaron—. Tranquilo, no va a pasar nada malo, sólo... Sólo quédate a mi lado, ¿Sí? —preguntó con suavidad, y el chico asintió.

Rhys sintió la furia apoderarse de él. Su principal característica, llegar hasta esos extremos cuando de proteger un ser querido se trataba. Él no estaba enojado por una razón al azar. Él estaba enojado con su padre, un enojo acumulado que incluso luego de varias situaciones en las cuales lo pudo desahogar, nunca lo hizo. ¿Había sido tan osado como para poner en riesgo la vida de Vlas sólo para saber a qué punto llegaría Rhys? No le sorprendió que Rygal tomara ese tipo de decisión. Demian, Clio, Lara... Y ahora Vlas... Siempre actuó igual, siempre supo cuál sería el resultado, siempre salía ganando. Rhys se imputaba de sus acciones y Rygal salía airoso demostrando siempre la verdadera naturaleza de su hijo. Un asesino a sangre fría. Pero la importancia que Rhys le daba a su estatus era nula. A él no le afectaba matar a cualquier persona que se plantara en frente si alguien a quien amaba corría peligro. No era imparcial, no era racional, ni mucho menos moral. Era pasional, hábil y protector. Sus emociones se limitaban a un cerrado círculo íntimo por el cual sería capaz de dar hasta su vida.

Por ellos, Rhys Windsor siempre sería el Demonio de Remia.

—Vean mi arma, la llaman: Devoradora de Almas... Me fue dada como regalo por una persona demasiado importante para mí... Y en su nombre... —dijo sacando una espada de su sello. Hoja de acero negro, ancha, quizás unos cuatro dedos y más de un metro de largo. La guarda era de platino y brillaba reflejando la luz de la luna. Su empuñadura estaba revestida en cuero negro y en su pomo se encontraba tallado una pantera negra , el emblema del clan Harch, este estaba hecho de obsidiana—. Los mataré. —Firmeza. Eso fue lo que invadió sus palabras, estas no aceptaban quejas o suplicas, él ya había dictado su destino.

Casi en un parpadear se movió entre los hombres dejando un rastro de sangre impregnado en su espada. Cuando llegó al otro extremo del lugar los cinco atacantes cayeron al suelo y sus cabezas comenzaron a rodar por este. Sus alrededores se bañaron en sangre.

Sacudió su espada y limpió la sangre que esta tenía, luego la guardó en su sello otra vez. Miró los cadáveres con nimiedad... En su propio juicio, eso era lo que ellos se merecían por amenazar la vida de su hermano. Sus vidas ya estaban perdidas... Así como la supuesta humanidad de Rhys... Desde hacía mucho tiempo atrás.

Alzó su mirada al final, al sentir esa sensación de ser vigilado... No era un equivocación, porque se le cruzó la arrogante sonrisa de la persona que más odiaba en el mundo... Aquél que lo había orquestado todo... En su lugar, mirándolo con superioridad.

«Ya tendrás tu turno... Rygal Di Rem».

—¿Los mató?

Vlas había apreciado toda la escena. Su puño cerrado no era señal de frustración, tenía miedo, mucho miedo. Intentaba ocultarlo y hacerlo pasar por frío, pero estaban casi en verano. Era imposible de disimular.

—Eso parece —le respondió Zenda. Ella tenía apretada su mano, lo acompañaba en sentimiento, el miedo también la había hecho temblar.

—¿Qué acaba de suceder? —preguntó Kora, paralizada por el miedo, de la misma manera que ellos.

—Chicos, entren al coche, yo iré a buscar a Rhys. —Lara abrió la puerta trasera y los cuatro entraron—. Quédense aquí... No se muevan, no correrán peligro... Ya vuelvo —ordenó cerrando la puerta.

Ellos obedecieron, y Lara comenzó a correr hacia el lugar donde sucedió el ataque de Rhys. Seguía esperando lo peor. ¿Qué había hecho Rhys? No podía haber vuelto a esos años otra vez, ella se negaba a aceptarlo. Con este pensamiento su corazón latía demasiado rápido, más que miedo por su esposo, sentía miedo por lo que sucediera después... Había demasiado en juego, la importancia que Rhys le daba a los sucesos que pronto comenzarían a acontecer era en demasía, y ahora él estaba por tirar todo eso por la basura. ¿En qué estaba pensando?

Frenó cuando sintió una superficie grumosa la cual pisaba. Tragó saliva de la impresión cuando al bajar la mirada notó que era sangre. Sus tacones plateados habían quedado rojos. Dio algunos pasos más y lo encontró. Estaba agachado analizando los cuerpos, lo miró de pies a cabeza, quería corroborar que él no tuviera ninguna señal de daño. No la tenía.

—Rhys... ¿Qué acabas de hacer? ¿Qué significa esto?

Rhys escuchó su desconcertada voz y se dio la vuelta. La miró a los ojos con arrepentimiento y negó con su cabeza.

—Lo siento Lara, no sé qué me sucedió... Me dejé llevar. —Extrañamente estaba tranquilo, su voz fulguraba un intento de verse sereno que Lara notó inútil. Sus manos todavía temblaban—. Vlas me vio, ¿Cierto? —preguntó con inseguridad. Con que de ahí venia ese nerviosismo.

—Sí, todos te vieron —respondió Lara acercándose y parándose a su lado.

—Mierda... —dijo golpeando el suelo—. Debería haberles pedido que se vayan, te lo dije hoy, me hubiera encargado solo, sin involucrarlos... ¿Cómo le explicaré esto a Vlas ahora? —preguntó abrumado, tomándose la cabeza con las dos manos.

—Ya lo hiciste, como siempre te lo digo... No harás nada para cambiarlo, ahora tienes que enfrentarlo, Rhys... En algún momento lo ibas a hacer. —Lara sintió como extrañamente era trasladada seis años atrás... Ella sabía que esos tiempos volverían en el momento que Rhys comenzara a encargarse de todos sus problemas en Remia. Predecía sus actitudes, sus causas y consecuencias... La sangre que él derramaría no sería poca... Otra vez Rhys se teñiría de rojo, y era doloroso... Pero no había otra opción—. Rhys, creo que deberíamos ir rápido, Vlas está en el carro con las chicas, están solos... No sabemos que puede llegar a suceder —añadió, demostrando su preocupación.

—No te preocupes, ellos eran los únicos que estaban aquí —aseguró Rhys, señalando los cadáveres—. Además puse un sello barrera alrededor del muelle, nadie puede entrar sin mi permiso —agregó, poniéndose de pie.

—Eso me trae algo de tranquilidad... —suspiró ella al sentir alivio en su cuerpo otra vez—. ¿Quiénes eran ellos? —preguntó.

—Sicarios —respondió Rhys dándose la vuelta y acercándose a Lara—. Probablemente mi padre los haya contratado para que ataquen a Vlas, tal y como lo sospeché. —Se paró a su lado.

—Entonces tu teoría era cierta, él quería que tú te vieras involucrado y que Vlas comenzara a desconfiar tuyo.

—Así es, no pensé que llegaría tan lejos, pero lo subestimé, Lara... Subestimé de nuevo la manera de hacer las cosas de mi padre —dijo Rhys apretando su puño—. Después de todo lo que hizo sigo pensando que no puede hacer nada peor, y ahora viene con contratar a unos sicarios para que ataquen a Vlas, ya nada me sorprende —agregó, entre dientes.

Lara notó su furia contenida, al parecer descargarse en ellos no fue suficiente.

—Ey, cálmate, ¿Quieres que Vlas te vea en ese estado? —preguntó ella tomándolo del hombro con fuerza—. Mírame. —Colocó la mano en su barbilla y alzó su rostro—. Vlas es un chico inteligente, además de que te ama, yo estoy segura entenderá lo que le expliques, quédate tranquilo... Todo saldrá bien —agregó dándole un abrazo. 

—Gracias Lara, no sé lo que haría sin ti —dijo Rhys, recostando su cabeza en el hombro de su esposa.

—Lo sé, probablemente nada —rio—. ¿Y qué harás con ellos? —preguntó, señalando los cadáveres.

—Los dejare aquí, seguramente alguien de la gente de mi padre vendrá a ver si el trabajo está hecho, después de todo, esto sólo era una prueba hacia mi —respondió él agachándose, y con su dedo índice, tocó el suelo.

—¿Desactivaste la barrera?

—Sí, podemos irnos... Es momento de enfrentar la verdad Lara... Es momento de que esto termine... Para siempre.

 

Horas después…

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 9 de Junio - Año 525

 

—Lo arruiné, ¿Cierto?

Tener charlas en ese lugar se había vuelto un hábito. A Rhys le encantaba el ambiente que se formaba en el balcón de su casa. Veía las luciérnagas volar sobre el bosque bajo de él y la hermosa vista del Monte Shin elevándose a lo lejos... Quizás no tan lejos.

—Algo así, no quiere hablar contigo ni conmigo... Se encerró en su habitación apenas llegó —respondió Lara parándose a su lado. Apoyó sus manos en la baranda también, como señal de acompañamiento—. También hablé con Leah, ella lo entendió, pero sigue un poco asustada por la situación.

—No quería que ninguno me viera en ese estado, les di una mala imagen a ambos... No quería que Vlas se enterara de esta forma, no era el momento... Pero en ese instante perdí todo tipo de compostura y no pude controlarme contra esos tipos —explicó Rhys, alzando su mirada hacia las estrellas.

—¿Por qué no me dijiste en ese momento lo que estaba sucediendo? Yo podría haberme encargado de ellos, como te lo dije en la tarde, como tú me lo pediste, y no habríamos corrido todos estos riesgos, Rhys.

Rhys comprendía que el reproche de Lara venía con razón, pero en ese momento involucrarla a ella tampoco se vio como una opción. Aun sabiendo que ella podía protegerse sola, de igual manera.

—Lo sé, lo sé, pero en ese momento estaba tan enojado con lo que mi padre fue capaz de hacer que no pensé bien las cosas, te pido perdón por eso —se disculpó—. Es que se trataba de Vlas... Y no podía permitir que sucediera.

—Lo entiendo, sólo querías proteger a tu hermano, aun así ahora sólo queda una opción para poder explicarle lo sucedido... Tú y yo sabemos cuál es... ¿Qué harás? ¿Le dirás? —Lara preguntó.

Rhys no quiso voltear su mirada, sólo se dio la vuelta, y enfiló hacia la entrada. Lara lo siguió, sabiendo que, en realidad, él no quería hacerlo, pero que de todas formas necesitaba decidirse lo más pronto posible. No había otro camino que tomar.

—Es complicado Lara —dijo él, mientras ambos caminaban por el pasillo—. Le tendré que contar todo... Tú lo sabes... Cada una de las situaciones que me hizo sufrir en el pasado, revivirlas en mi mente, erizando mi piel... No quiero hacerlo sufrir, Lara... Pero ya llegamos al límite, y no hay vuelta atrás.

—Está bien, no te voy a forzar a nada, pero, tienes la noche para pensarlo... Ya no es momento de seguir ocultándolo, y antes de que sus padres vuelvan, él lo debe saber... Es lo mejor para todos... Incluso para él. —La ironía se apoderó de la oración.

Rhys no respondió. Siguió su camino, hasta el pasillo de las habitaciones... Cabizbajo, aturdido y agobiado, todo se le estaba por ir de las manos, y la única forma de remediar la situación era contarle toda la verdad a su hermano... Él sabía que nada tendría un final feliz.

«Tal vez...», comenzó una idea, pero esta no concluyó... Su mirada al suelo encontró algo antes de que pudiera comenzar a analizar la situación en su mente... Algo que... Decidía muchas cosas... Y que daba sentido a su propio dilema, entre proteger a su hermano, y no querer verlo sufrir.

—Lara... —la llamó.

Ella había seguido su caminata cuando él paró, para agacharse, a unos metros de la puerta de la habitación de Vlas, y levantar ese botón de plata que le perteneció en el pasado... Pero que había dejado a su hermano... Junto a una promesa... Que estuvo con él diez años, y que significó su salvación... «Lo sigues guardando», se dijo, al tomarlo entre sus dedos, inconscientemente sonrió.

—Dime.

Su esposa se había dado la vuelta al oír su nombre.

—Lo haré... —Siguió apreciando el botón.

—¿Lo harás?

—Sí. —Alzó su mirada, y apretó su mano con fuerza, guardando el botón en ella—. Le diré a Vlas que él es el próximo poseedor del Scire.


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