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7.14% En el Corazón no se Manda / Chapter 3: Capítulo 2: Revelaciones y Primeros Lazos

Chapter 3: Capítulo 2: Revelaciones y Primeros Lazos

Capítulo 2: Revelaciones y Primeros Lazos

Narra Mía

El secreto que había guardado por dos meses pesaba como una roca en mi corazón. Solo Valentina, mi mejor amiga, sabía la verdad. Pero ahora, frente al director, me veía obligada a revelarlo.

- Mis padres fallecieron hace dos meses en un accidente de tránsito – confesé, las lágrimas brotando de mis ojos.

Cada vez que decía esas palabras, un nudo se formaba en mi garganta, apretando mis emociones.

- Lo siento mucho, Señorita Montgomery – dijo el director con genuina pena en su voz.

- Solo mi mejor amiga sabía esto – admití, las lágrimas fluyendo libremente.

- ¿Tiene alguien que la acompañe ese día? – preguntó el director, ofreciéndome un pañuelo desechable.

- Solo Manuel – respondí, secando mis lágrimas.

Narra Axel

La noticia de la muerte de sus padres me dejó atónito. Podía ver la soledad en sus ojos, la desesperación de haber perdido a las personas más importantes de su vida. Pero cuando mencionó a Manuel, sus ojos se iluminaron de una manera que no pude evitar notar.

¿Quién era Manuel? ¿Qué papel jugaba en su vida?

- Disculpe, Señorita, no quiero molestarla, pero ¿podría decirme quién la acompañará? –pregunté, mirándola a los ojos.

- Mi hermanito de 7 años – respondió con una sonrisa llena de ternura.

No pude evitar sonreír al escuchar eso. Manuel era su hermano. Estaba a punto de continuar la conversación cuando alguien tocó a la puerta.

- Adelante – dije.

- Señor, lo necesitan para la junta de presentación – anunció Emilia.

Había olvidado completamente la reunión. Quería seguir hablando con Mía, pero sabía que tenía responsabilidades que atender.

- Ya es todo, Señorita. Puede retirarse – le dije, aunque una parte de mí deseaba que se quedara un poco más.

Narra Mía

Luego de mi visita a la oficina del director, volví a clase pero mi mente estaba en otro lugar. Pasé el resto del día en un estado de desconcentración, sumergida en mis propios pensamientos.

Cuando finalmente terminaron las clases, fui al estacionamiento para buscar mi auto, solo para descubrir que la rueda delantera estaba pinchada. Miré a mi alrededor, pero ya casi todos se habían ido.

Justo cuando estaba a punto de entrar en pánico, una voz familiar sonó detrás de mí.

- ¿Pasa algo, Señorita Montgomery? – preguntó el director.

- La rueda delantera está pinchada y tengo que ir a buscar a mi hermano a la escuela –respondí, sintiéndome derrotada.

- ¿Tiene rueda de repuesto? – preguntó.

- Sí, pero no sé cómo cambiarla – admití, bajando la mirada.

- No se preocupe, yo la ayudaré – dijo con amabilidad.

Narra Axel

Cuando Mía abrió el baúl, saqué la rueda de repuesto y me puse a trabajar. A pesar de que mi traje se manchó de grasa, no me importó. Todo lo que quería era ayudarla.

- Listo, Señorita – dije, mirándola a los ojos.

- Gracias – respondió, devolviéndome la mirada.

Estaba a punto de irme cuando Mía me tomó del brazo.

- ¿Cómo se va a ir? No veo otro auto aquí – preguntó, bajando la mirada.

- Mi auto está en el taller, hoy me toca caminar – respondí, sonriendo.

- Si quiere, puedo llevarlo – ofreció Mía, aun evitando mi mirada.

- No quiero molestarla – respondí, aun sonriendo.

- No me molesta... es lo menos que puedo hacer después de que me ayudó", dijo Mía, finalmente sonriendo.

No pude resistirme a su oferta. Quería pasar más tiempo con ella.

- Está bien – acepté, devolviéndole la sonrisa.

Narra Mía

El director, como todo un caballero, me abrió la puerta del conductor.

- Adelante, Señorita – dijo, haciendo un gesto hacia el asiento.

- Gracias – respondí, sonriendo.

Una vez que ambos estábamos en el auto, le pregunté:

- ¿A dónde lo llevo?

En respuesta, me pasó su tarjeta de presentación, que tenía su dirección escrita en ella.

- Aquí está la dirección de mi casa – dijo, sonriendo.

- ¿Le molesta si primero vamos a la escuela de mi hermano? – pregunté, sosteniendo la tarjeta en mis manos.

- No, para nada – respondió, mirándome a los ojos.

Así que nos pusimos en marcha. Durante el viaje, noté que él no dejaba de mirarme. Conversamos durante todo el camino hasta la escuela.

- ¿Y aparte de tu hermano, tienes otro familiar? – preguntó, con una chispa de curiosidad en sus ojos.

Narra Axel

Algo en su expresión cambió cuando hice la pregunta. Parecía incómoda, como si hubiera tocado un tema delicado sin darme cuenta.

- No tienes que responder si no quieres – dije rápidamente, sintiéndome apenado.

- Me quedé a cargo de mi tía – respondió Mía, su tono era cortante, como si quisiera cambiar de tema.

Narra Mía

A pesar de su posición como director, había algo en él que me inspiraba confianza.

- ¿Tienes una tía? ¿Vendrá a tu reconocimiento? - preguntó, claramente intrigado.

- No... Ella trabaja mucho - respondí, evitando su mirada.

Después de unos 40 minutos, llegamos a la escuela de Manuel.

- Aquí estamos... voy a buscar a mi hermano, ¿me esperas aquí? - le pregunté, sonriendo.

- Por supuesto - respondió, devolviéndome la sonrisa.

Cuando entré a la oficina de la directora, tuve que disculparme por llegar tarde.

- Buenas tardes, Señora Hernández. Tuve un percance con el auto - me disculpé.

- Está bien, Señorita Montgomery... después de todo, es la primera vez que llegas tarde - respondió, aunque su tono era serio.

- ¿Puedo llevarme a mi hermano? – pregunté, sintiéndome un poco apenada.

- Claro... Manuel, puedes retirarte – dijo, dirigiéndose a mi hermano.

- Pero si vuelves a llegar tarde, tendré que llamar a tu tutora – advirtió.

La idea de que llamara a mi tía, que siempre estaba de mal humor, me aterraba.

- No volverá a pasar – prometí, aunque estaba nerviosa.

- Vamos, Manuel – dije, tomando su mano y saliendo de la escuela.

Una vez que llegamos a mi auto, senté a Manuel en la parte de atrás y le abroché el cinturón de seguridad. Le di un beso en la mejilla y luego subí al asiento del conductor.

Narra Axel

Al ver cómo Mía cuidaba de su hermano, no pude evitar sentir una gran ternura hacia ella.

- Bueno, próxima parada: su hogar – dijo Mía, mirándome a los ojos.

- Sí – respondí, sonriendo.

Aunque quería decir algo más, las palabras simplemente no venían a mi mente.

Narra Mía

Arranqué el auto y nos fuimos. Mi hermano menor, Manuel, sollozaba de hambre.

- Tranquilo, cuando lleguemos a casa te daré algo – dije amablemente.

- Pero quiero un helado de chocolate – sollozó Manuel.

No soportaba verlo llorar, pero me había olvidado la billetera en casa.

- Cuando lleguemos a casa, buscaré mi billetera y te compraré un helado – dije bajando la mirada.

Justo entonces, pasamos por una heladería y Axel me pidió que frenara.

- Frena aquí, por favor – dijo sonriendo.

- ¿Por qué? – pregunté y paré el auto.

- Ahora vuelvo – dijo y bajó del auto.

Vi cómo entró en la heladería y regresó con un helado de chocolate.

- Aquí tienes, campeón – dijo sonriendo mientras le entregaba el helado a Manuel.

- Gracias – dijo Manuel sonriendo y agarrando el helado.

- No hacía falta que se molesté – dije bajando la mirada.

- No es molestia – dijo Axel levantando mi mirada.

Me quedé un momento sumergida en mis pensamientos, mirándolo a los ojos. Axel era un hombre atractivo, con cabello oscuro y ojos profundos. Pero sabía que no podía permitirme sentir nada, ya que era el nuevo director de la escuela y debía mantener una relación profesional con él.


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