Ella apretó la linterna en su mano, su débil haz cortando la oscuridad mientras seguía el camino hacia su edificio de apartamentos. Una risita despreocupada escapó de sus labios.
Sin embargo, a medida que se acercaba a su puerta, una sensación inquietante se filtró en sus venas, una premonición de calamidad inminente que se cernía en el aire como un presagio no pronunciado.
La oscuridad que envolvía los alrededores no era simplemente un velo para el mundo. Era una capa espeluznante de silencio y quietud que parecía contener la respiración, como si esperara el desvelo de un espectáculo siniestro. La misma atmósfera parecía espesarse con una tensión inexplicable, el ritmo frenético del corazón de ella un testimonio del miedo que apretaba su agarre alrededor de ella.