Mil interrogantes volaban sobre la mente de Fil con la teoría que acababa de llegarle. Sin embargo, antes de que pudiera preguntar, alguien llegó a la puerta. Al revisar, era una camarera empujando un carrito. La camarera no dijo nada, como si no le sorprendiera ver a una mujer en la habitación VIP. No dijo nada, dejando el carrito de comida junto a la puerta, y Fil lo entró.
—Vale... —Fil tarareó, empujando el carrito hacia donde estaba Michael—. ¿Quieres que te sirva también para calmar tu enojo?
—Mejor que lo hagas.
Fil se contuvo de rodar los ojos, pensando que había una razón por la que él estaba irritado. Obedientemente abrió la tapa, solo para ver un clásico desayuno occidental. Tomando el plato, se lo entregó y se sentó en el borde más lejano de él.
—Entonces —ehem! —Fil se mordió la lengua, mostrando una falsa sonrisa hacia él—. Necesito tu ayuda.