—¿Hiciste qué? —Xaden le exigió a su hermana adoptiva.
Ella tragó fuerte y aunque ahora era ella quien enfrentaba la ira de Xaden, se mantuvo firme y le contó la verdad.
—Le dije que no te lo dijera —dijo Fiona—. Iba a decírtelo pero luego, después de todo lo que pasó con Eleanor, le dije que esperara un rato para que te calmaras.
Xaden la miró con rabia en sus ojos. —¿¡Tú sabías?! ¿¡Tú sabías?!
Ella asintió tímidamente. —Sí, lo sabía.
Xaden apenas podía creer lo que veía o escuchaba. —¡Sabías todo el tiempo y te negaste a decírmelo! ¿¡También me engañaste a sabiendas?! ¡Lo mantuviste alejado de mí! ¿¡Sabías algo tan grave y aún así decidiste decirle que no me lo dijera?!
—Sólo lo hice porque estaba preocupada por ti —expresó ella—. No estaba segura de cómo lo ibas a tomar.
Xaden soltó una risa amarga. —Parece que todos saben lo que está sucediendo. ¡Parece que soy el único que no sabe las cosas en mi propia manada!
Volvió a reír amargamente otra vez.