Mientras lo miraba a los ojos, supe que no había manera de perder esta oportunidad. Mis labios chocaron contra los suyos y lo besé con fuerza.
Sus labios se movieron con los míos, como una oración susurrada. Lo respiré como si fuera oxígeno, la necesidad era casi abrumadora. Una de sus manos sostuvo mi rostro contra el suyo, mientras que la otra agarró mi cadera. La sensación de sus manos sobre mi cuerpo me iba a volver loca.
Su lengua se deslizó entre mis labios, su sabor dulce mientras lo bebía. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí.
Sabía que estábamos en el pasillo y que cualquiera podía subir en cualquier momento, pero quería más, necesitaba más. Consideré alejarme para buscar mis llaves e invitarlo a pasar, pero la idea de dejarlo ir todavía parecía insoportable.