—¿Qué quieres decir con que se ha ido? —preguntó Waverly, asustada. Sabía lo que Katia quería decir, pero no quería admitirlo. Sus ojos brillaron y se le escapó una lágrima.
Katia la miró fijamente y se limitó a asentir. Empezó a llorar y se mordió el labio para evitar llorar más fuerte. Permanecieron juntas un momento y luego Katia tomó aire para estabilizarse antes de dirigir su atención a la multitud que esperaba pacientemente para ver lo que había sucedido, intentando calmar a la manada.
Waverly juró que sintió que la tierra se movía bajo sus pies. No podía estar pasando: todo estaba bien, todos estaban bien y ahora...