—Hijo, hijo... —El Presidente Jin, jadeante, corrió hacia el lugar. Claramente, se había apresurado a llegar tan pronto como se enteró del incidente de Ricardo Kim.
—Basil Jaak, al ver al Presidente Jin con su vientre protuberante corriendo así, no pudo evitar avanzar para tranquilizarlo —Quédate tranquilo, tu hijo no se está muriendo y su parte privada sigue intacta. No afectará la línea de sucesión de tu familia Jin.
—El Presidente Jin suspiró aliviado, pero luego encontró extraño y confuso —¿Por qué estás en el hospital?
—Basil Jaak explicó —Fui yo quien te llamó, ¿dónde crees que debería estar si no aquí en el hospital?
—Entonces, ¿sabes quién pateó a mi hijo? —El Presidente Jin continuó preguntando.
—Más temprano, al escuchar que su hijo estaba bien, al Presidente Jin se le levantó un peso de encima. Ahora, su siguiente paso era encontrar al culpable que había herido a su hijo y hacerle pagar.