—¿Qué ocurre? —preguntó Basil, confundido.
—Olvidé mis llaves adentro —dijo Xenia sin emoción.
—Déjame ocuparme —Basil pasó adelante de Xenia hacia la puerta, sacó una llave de su bolsillo y desbloqueó la puerta.
Xenia entró a la casa sin decir una palabra y fue directamente a su habitación.
—¡Xenia! —Basil de repente la llamó justo cuando ella llegaba a la puerta de su habitación.
—¿Qué pasa? —Xenia se giró y preguntó.
—Eh... ¿a qué hora llegaste hoy a casa? —Basil tartamudeó su pregunta.
—Regresé esta mañana. ¿Algo más? —Xenia bajó la mirada, le dio a Basil una mirada de decepción y dijo con tono apático.
—No... nada más —Basil abrió y luego cerró la boca, finalmente negando con la cabeza.
—Entonces iré a dormir. Deberías ir a dormir temprano tú también —dijo Xenia y regresó a su habitación.
Justo cuando Xenia se disponía a cerrar la puerta de su habitación, Basil finalmente se armó de coraje para llamarla,