—Ya he llegado tan lejos, ¿puedo incluso vivir? —Bai Zhi había dejado de preocuparse por su propia vida o muerte hace tiempo.
Su único arrepentimiento era haber arrastrado a Shen Feiwan y Fu Shiyan con ella.
Ahora que había conseguido su deseo.
Moriría sin ningún arrepentimiento.
—Si sueltas ahora, antes de causar un daño real, a lo sumo serás condenada a tres años de prisión. Como víctima, puedo firmar una carta de perdón por ti. Podrías incluso obtener una sentencia suspendida; ¡no necesitarías cumplir tiempo en absoluto! —gritó Fu Shiyan.
Cuando Bai Zhi escuchó esto, lo encontró increíblemente irónico.
—Fu Shiyan, no estoy hablando de cómo me sentenciará la ley, lo que quiero decir es, después de dejarme llegar a este punto, ¿crees que aún tengo algún deseo de vivir? ¿Cuál es el punto de vivir? Me gustabas tanto, pero tú no me quieres. Sola en este mundo, ridiculizada por miles, preferiría estar muerta, para ver a mi hermano antes —dijo ella.