En el suelo más abajo, el mago luchaba con su dignidad en juego.
—¡Tú...! —Soma maldijo a su oponente que parecía no tomarlo en serio.
—¡Toma esto! —Lanzó una ráfaga de bolas de fuego al orco.
Sin embargo, el bruto empuñando un enorme garrote de repente se movió ágil como un gato. Aunque algunas bolas de fuego alcanzaron a este orco, su alta resistencia mágica y regeneración le permitieron resistir los golpes sin sufrir.
—Wrag... Gakeuk Chsoo... —Diciendo algo en el idioma orco, el oponente de Soma se lamió los labios y le hizo gestos sugerentes al mago con los dedos.
Al oírlo, los otros orcos se rieron a carcajadas. La rabia de Soma hervía ya que tenía una muy buena idea de lo que este maldito orco podría significar con esos gestos.
Recordó la conversación que tuvo con la Shamanessa Orca, quien ahora estaba sentada orgullosamente en una silla alta de madera.