—Solo dos cristales de origen habían caído de las bestias que habían matado, pero a nadie realmente le importó eso.
Los tres se reunieron un poco más lejos de su pequeño campo de batalla y buscaron rocas sobre las que sentarse. Nial soltó un profundo suspiro que también liberó la tensión que se había enroscado en sus músculos. —¡Son increíbles, chicos! —alabó a sus compañeros de equipo con una voz lo suficientemente alta para que ambos pudieran oír. No había necesidad de ser reservado al elogiar a Bella y Matías, ya que simplemente revelaba lo que pensaba. Sin embargo, los dos no pudieron evitar sentirse un poco avergonzados, ya que la capacidad de combate de Nial era, de lejos, la más impresionista entre su pequeño grupo de tres.