Los ojos de Leonel se abrieron de par en par ante Isolde, y esta última cerró la boca inmediatamente. Las dos parejas de ojos se desplazaron lentamente hacia Ren, evaluando su reacción.
Ren le dio a Leonel una mirada significativa. —Leo, pensé que no pedirías prestado dinero de Isolde. ¿Qué pasó con tu orgullo?
Leonel se desplomó en su silla y miró muerto hacia un lado. —Se hizo añicos ante el hambre.
—Está bien, Ren. Es solo una pequeña cantidad —dijo Isolde.
—Me preocupa. Creo que tu concepto de pequeño en cuanto a dinero no es el mismo que el mío —Ren se rió un poco.
Isolde hizo un medio encogimiento de hombros con elegancia. —Son solo cien mil. Nada serio.
Los ojos de Ren se agrandaron de sorpresa. Y regañó a Leonel. —¡Leo!
Ren realmente pensó que Leonel solo había pedido dinero para comida a Isolde. ¿Quién habría pensado que pedió prestada la misma cantidad de su préstamo?