El cuerpo del cadáver putrefacto era mitad negro y mitad gris y no parecía diferente a una carroña descomponiéndose, llena de pus.
También tenía agujeros grandes y pequeños, algunos del tamaño de platos.
La parte que hace revolver las entrañas es que cada uno de sus agujeros albergaba cosas repugnantes.
Roy pudo verlos claramente.
Algunos tenían cuerpos similares a los de los gusanos, y otros tenían cuerpos como los de los ciempiés. Estos últimos tenían innumerables patas hechas de Fuerza que derrite huesos, mientras que los primeros tenían dos bocas. Cada una de sus bocas era de un color diferente y tenía dientes en forma de bloques. Estos dientes estaban hechos de una Fuerza venenosa extremadamente letal. Si alguien fuera mordido por ellos, se derretiría hasta desaparecer en segundos. Incluso si son maestros del aura, no podrían evitar ese destino. La única manera de sobrevivir a su mordedura sería cortar la zona que mordieron antes de que el veneno se dispersara.