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—¡Abuela! —Iris abrazó a Vera que estaba acostada en la cama. Sus lágrimas se filtraron a través de las ropas de la anciana, y su lamento de tristeza resonó dentro de la habitación.
—¿Por qué lloras? —preguntó Vera—. Solo estoy un poco herida por la pelea. Dame unos días y volveré a estar normal.
—Abuela, la Suma Sacerdotisa ya me lo dijo —respondió Iris mientras abrazaba fuerte a su abuela—. ¡Juro que mataré a ese Ranker! ¡Él pagará por esto!
—...Niña, será mejor que te olvides de él por ahora —dijo Vera mientras le daba palmaditas en la espalda a Iris para calmarla—. Todos mueren. Algunos simplemente mueren antes que otros. Todavía eres joven y tienes una larga vida por delante. No me importa que te vengues de mí, pero solo hazlo cuando seas lo suficientemente fuerte. ¿Entiendes?