—Keane, algún día encontrarás tu razón de vivir —dijo un anciano vistiendo una túnica que había visto días mejores. Era vieja y andrajosa, y sin embargo, no podía ocultar la majestuosidad de la persona que la llevaba puesta—. Ahora mismo, simplemente vives por vivir. La vida no debería vivirse así.
—Maestro, ¿no es suficiente con estar vivo? —respondió el adolescente delgado—. Como cuando tengo hambre. Bebo cuando tengo sed, y duermo cuando tengo sueño. Estoy contento con lo que tengo ahora, no quiero nada más.
—Keane, la satisfacción conduce al estancamiento —comentó el anciano mientras acariciaba su barba y observaba al joven frente a él—. Al igual que una espada que está siempre dentro de una vaina, es incapaz de mostrar su verdadero potencial. No es más que una decoración, habiendo perdido su verdadero valor.
—Pero, Maestro, ¿no es suficiente ser una decoración? —preguntó Keane—. ¿No sería mejor la paz que la guerra?