—Dama Nico, ¿puedo tener el próximo baile? —pregunta el Coronel Marino del 42.º acorazado, adelantándose a los jóvenes que todos tienen miradas de lujuria en sus ojos por la mujer que se atreve a humillar públicamente al noble más poderoso de su generación.
—Por supuesto, Coronel —responde Nico dulcemente, ofreciéndole su mano.
Max está un poco confundido, Nico nunca es tan dulce sin una buena razón. Pero una vez que ella se va, Max se gira y ve un docena de pares de ojos fijos en él. Ahora sabe por qué ella estaba tan dispuesta a bailar con el Coronel, a pesar de no gustarle estar en el centro de atención. Su partida lo ha dejado expuesto a todas las debutantes que ella estaba animando antes.