En algunos rincones de su corazón, se sintió algo aliviado... Finalmente... Podía descansar en el dulce abrazo de la muerte.
El cuerpo sin vida del joven yacía inmóvil en el suelo mientras el sonido continuo de disparos llegaba a un alto repentino. Los ojos del joven se cerraron lentamente.
El Príncipe Heredero sonrió burlonamente, mirando el cuerpo sin vida de la persona que siempre había sido un desprecio para él.
—Tira su cuerpo en alguna alcantarilla y limpia las calles. Yo me voy de regreso —dijo el Príncipe Heredero a los guardias, antes de regresar al Palacio Real. Su tarea estaba completada.
—Este chico debería haber sabido mejor que ofender a Su Alteza. Esperemos que no cometa el mismo error en su próxima vida —se burló uno de los guardias, colocando su pie en el pecho del joven, pateando su cuerpo lejos del charco de sangre.
Los otros guardias levantaron el cuerpo, pero tan pronto como levantaron al joven, todos revelaron cierta sorpresa.