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—¡Lo hicimos, eh Ozzy, también conquistamos este bolsillo, tú y yo somos hermanos de por vida! —La voz de Max resonó a través del vacío ilimitado del Reino del Caos.
Drax, que comprendió que Ozzy era una pequeña roca a la que Max se había encariñado, fue el único que se dio cuenta de que el estado mental de Max se estaba deteriorando muy rápidamente y que su maestro estaba al borde entre la cordura y la locura.
Max estaba casi constantemente utilizando su cerebro al máximo, había pensado tan profundamente de forma constante durante los últimos años que ahora los músculos de su cerebro literalmente le dolían por el sobre esfuerzo.
Había estabilizado con éxito el bolsillo número 420, una cantidad asombrosa de bolsillos, pero parecía no haber fin a la vista.
Por un lado, estaba decidido a seguir adelante, por el otro, Drax comenzaba a cuestionarse si podría hacerlo.