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—¿Quién eres? —preguntó Max al darse cuenta de que no había manera de que un anciano de nivel 1 tuviera el tipo de fuerza que tenía Rudra.
—Hagamos una pequeña apuesta, ¿qué te parece, comandante Max? —dijo Rudra mientras mantenía su amable sonrisa, pero sus palabras ya habían sobresaltado al grupo.
Las dudas sobre su verdadera identidad resurgieron cuando Max preguntó con extrema cautela:
—¿Qué quieres?
Rudra tomó con calma el grande peluche de panda colgante que tenía detrás y con cuidado se lo entregó a Anna, quien le lanzaba miradas furiosas.
—Bueno, lo primero que quiero es darle a la pequeña niña ese juguete, sería criminal de mi parte retenerlo, ya que sé que ninguno de ustedes realmente puede ganarlo a través del desafío —dijo Rudra menospreciando a todos en el grupo.