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Max estaba de nuevo en la burbuja espacial con Angakok, sin embargo, la atmósfera entre ambos era tensa.
No había vergüenza o culpa que el Dios Chamán sintiera por sus acciones que habían puesto en grave peligro la vida de Max, sin embargo, tampoco se sentía del todo bien al respecto.
Si Max realmente hubiera mordido el polvo allí, quizás el individuo que más afectado habría estado por su muerte habría sido el propio Angakok.
No fue nada menos que un milagro que las cosas finalmente salieran bien, pero todo el calvario dejó un mal sabor de boca en ambos hombres quienes habían tomado una actitud mucho más precavida respecto a las intenciones del otro.
Max estaba seriamente molesto por lo poco que Angakok se comunicaba con él acerca de las posibles amenazas y peligros que podría enfrentar, ya que el dios chamán prácticamente lo trataba como un juguete que se suponía debía entretenerlo cuando y cómo él lo esperaba.