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Todos en la escuela tenían a ese compañero de clase que estaba involucrado en todo tipo de negocios turbios.
Esa persona podía hacer cualquier cosa si se le ofrecía el precio adecuado y pasaba la mayor parte de su tiempo fuera de clase en lugar de dentro.
Elías era una de esas personas que Sebastián conocía de la academia, ya que, a pesar del estricto sistema de seguridad de la escuela que hacía imposible robar cosas de los diversos laboratorios, Elías aún lograba sacar de contrabando pociones de alta calidad, artefactos únicos y libros invaluables.
Sebastián le había pagado al chico una vez por algunas pociones de salud, y fue en esa breve conversación que los dos tuvieron que Elías reveló que su familia se dedicaba al negocio de adquisición de planetas.