Will Kingsman pensó mucho y con detenimiento acerca de cómo abordar esta situación, y tras una ronda de discusiones privadas con sus consejeros más cercanos, tenía una respuesta lista para Sebastián.
—Mi señor, ¿pero cree que el enano quejumbroso tendrá el coraje de completar la tarea? —preguntó el cortesano, mientras Will Kingsman se acariciaba la barbilla en contemplación
—Tú, enano llorón niño grande, por 10,000 monedas de oro, ¿harás un trabajo para mí? —dijo Will señalando a Sebastián
Sebastián señaló su propio rostro y puso una expresión vacía mientras preguntaba inocentemente —¿yo?
—Señor, este cobarde de 4 pies de estatura no es apto para este trabajo —interrumpió el cortesano, pero en ese momento Sebastián dijo —P-por el honorable señor del clan Kingsman, haré cualquier cosa.
Will Kingsman se iluminó con esta frase, ya que sintió que su posición en la vida se validaba con esta declaración.