El tío de Lara no sabía por qué escuchaba sus palabras o le dejaba hacerlo. La fórmula final fue entregada a William, y con una sola mirada supo cuán revolucionaria era.
William conocía las sustancias explosivas, aquellas que podían ser inhaladas y entrar en el cuerpo del objetivo, explotando todo dentro. Pero nunca había oído hablar de una fórmula que pudiera mezclar el efecto desenfrenado de su toxina con la naturaleza explosiva de esta sustancia.
La mezcla parecía de otro mundo, y de hecho lo era. William no quería otra cosa que encontrar a ese maestro y tener una larga conversación con él.
En sus ojos, este maestro era alguien que venía del mundo exterior justo como él. De lo contrario, algo que ni siquiera existía en el mundo exterior no estaría presente aquí.