El corazón de William se apretó con fuerza cuando escuchó una noticia así, no dijo una sola palabra y llevó a todos fuera de la Ciudad Perdida.
Después de muchos días, finalmente se alejó de este lugar. Y aunque lograra construir un arma aterradora, incluso cuando viajaba entre miles de maestros, casi diez mil, sabía que ya era demasiado tarde.
—Sigue luchando, ya estoy en la ciudad... —dijo William, pero los débiles respiros de Lara lo sobresaltaron, junto con una explosión feroz que parecía ocurrir justo al lado de su ubicación.
—Lo siento por eso, quería acompañarte en aventuras afuera... —Ella tosió, y dejó de hablar. Y escuchar eso, escuchar sus últimas palabras, hizo temblar el cuerpo de William.
Ya estaba en la ciudad superficial. Sin embargo, lo que esperaba ocurrió. Las calles estaban llenas de muchos maestros hostiles, bloqueando su camino hacia adelante por muchas cuadras.