William no era alguien que hiciera algo sin tener total fe en su victoria. Desde la primera vez que lo vio, en el restaurante Golden Fork, sabía que este chico no era simple.
Y cuanto más interactuaba con él, más seguro estaba de este sentimiento.
—No, apostaré por tu victoria —Tomás tomó un momento de pausa antes de decir su respuesta. Y sin sentirlo, la dijo de manera firme, de una manera que hizo que la sonrisa de William se ampliara e incluso asintió con satisfacción ante la rápida respuesta de Tomás.
William sabía que si Tomás pensara con lógica en su mente, entonces simplemente apostaría en su contra. Sin embargo, tomó su decisión en base a su corazón, y parecía comprender lentamente la mente de William.
—Buen chico —dijo William—. Claro que puedes unirte. Apuesta todo lo que tienes, ya que al final, te irás con riquezas que nunca jamás tendrías en tu vida.
—Estoy seguro de esto —rió Tomás—, pero maestro... ¿Puedo preguntar algo?
—Lo que sea.