—Un niño de once años, de grado bronce, mató él solo a veintiún Osos Escarlata de oro oscuro? ¿Los aterradores y terroríficos Osos Escarlata? —esa era una noticia que valía su peso en oro para las reuniones de cotilleo y demás.
—¿Qué diablos está pasando aquí? —después de unos minutos, el anciano frente a William no pudo controlarse más. Se levantó abruptamente, apuntó a William como si estuviera señalando a un monstruo—. ¿Quién eres tú?
—No soy nadie —encogió de hombros William—. ¿Quieres cerrar este trato o qué?
—Esto…
—Papá, compremos estos de él —Rosa alzó la voz, absorbiendo el shock más rápidamente que su padre.
—Pero… ¡Estoy más interesado en saber cómo lo hiciste! ¡¿Cómo diablos lo hiciste?!