Justo cuando el grupo estaba pasando por el jardín, un fuerte grito vino desde dentro de la mansión antes de que un hombre de mediana edad, alto y robusto, apareciera allí con una amplia sonrisa en su rostro.
—Callom, veo que estás en mejor salud que cuando me fui. —Los dos se saludaron, no de la manera formal usual en el mundo del maestro de espíritu, sino de la manera en que lo harían los miembros de una familia.
Se dieron palmadas en el brazo de tal manera que le dijeron a William que ambos estaban relacionados por sangre, y que además eran amigos íntimos.
—¿Serán hermanos quizá? ¿O primos? —William murmuró mientras miraba a los dos aparentemente cercanos en edad y también en rasgos.
Sorprendentemente, William encontró una similitud entre ellos y alguien que conocía.
—¡William! ¿Estás aquí?! —Justo cuando William estaba pensando en ella, un fuerte grito vino desde la dirección del segundo piso, donde una cabeza llena de cabello rojo se giró y desapareció.