El dragón de viento se encontraba luchando contra el implacable chorro de agua, su estado en tierra le robaba su ventaja aérea. Mientras tanto, la gente mágica continuaba su incesante asalto desde el flanco opuesto, intensificando la difícil situación de la criatura.
A medida que comenzaban a manifestarse signos de debilidad en el dragón de viento, su aliento de dragón vacilaba. Asche aprovechó el momento oportuno. Desató una flecha con notable precisión, hundiéndola profundamente en uno de los ojos del dragón. Una lluvia de sangre carmesí de la grave herida pintó un macabro signo de agonía.
En el siguiente instante, Liss conjuró un formidable tornado de fuego que envolvió la cara de la criatura. Desesperado por repeler el inclemente embate, el dragón de viento empleó su única ala restante para dispersar el abrasador infierno. Esta distracción momentánea creó la apertura que Jori y Reca habían estado esperando ansiosamente.