Rain y su familia continuaron su viaje por el campo, pasando por vastas extensiones de tierra fértil y pintorescas granjas. El paisaje parecía extenderse sin fin, con colinas ondulantes y extensos campos tan lejos como la vista podía alcanzar. Viajaron por caminos polvorientos, cruzándose ocasionalmente con otros viajeros. Sin embargo, en su mayoría, estaban rodeados por la serena belleza de la naturaleza.
A medida que avanzaban más en el campo, la frecuencia de los pueblos disminuía. En cambio, encontraban cada vez más granjas, cada una con su propio encanto distintivo. El aire estaba lleno con el aroma de la tierra recién arada y los sonidos de pájaros cantando. La simplicidad y tranquilidad de la vida rural los envolvía, ofreciéndoles un respiro de los tumultuosos acontecimientos que habían dejado atrás en la capital.