La mano ensangrentada que estaba sujetando la muñeca de Mada parecía como si hubiese salido de algún tipo de pesadilla. Su antebrazo era dos veces más largo que un brazo normal. Lentamente, el miedo se estaba colando.
Su corazón estaba acelerado y se sentía como si fuera a saltar de su garganta al frío suelo.
Mada trataba de mover su cabeza, para mirar quién lo estaba tocando, o qué lo estaba tocando. Un fuerte hedor había entrado en su nariz, casi causándole vomitar en el acto.
Se sentía como si estuviera en una habitación llena de cadáveres en descomposición. Cuando finalmente miró de dónde venía el largo brazo, al final de este, solo una niebla de mist flotaba en el aire.
«Esta cosa, tiene que ser algún tipo de monstruo, una bestia de otra dimensión, pero una que puede hablar. ¡Nunca había oído hablar de tal cosa antes!», pensó Mada.