—Lecturas anormales... bip... lecturas anormales... —alarmó el equipo.
El investigador encargado de la monitorización levantó la cabeza cansadamente, observando las fluctuantes curvas en la pantalla holográfica.
A su lado había una interfaz cerebro-máquina. Un hombre yacía en la cápsula de metal plateado, ojos cerrados, conectado por cables y tubos, respirando pausadamente como si estuviera dormido.
Otro investigador se acercó al escuchar el ruido —¿Otra vez?
—Sí, —ajustó sus gafas—, la resistencia mental de Meteoro es extraordinaria. A pesar de nuestros potentes sedantes para atenuar sus capacidades psíquicas, parece haber desarrollado tolerancia, su cerebro se reactiva esporádicamente...
Era como si alguien que había consumido pastillas para dormir de repente despertara. Los medicamentos suprimían las habilidades psíquicas de Meteoro, pero su fuerza de voluntad lo traía de vuelta a la conciencia repetidamente.