Lo único que Nick sintió cuando escuchó esa propuesta fue repugnancia, molestia y desdén.
«Si tuviera que trabajar bajo tus órdenes, la gente de Ciudad Carmesí no tendría a nadie más que verdaderamente se preocupe por su bienestar», pensó.
Nick actuó como si estuviera sorprendido.
—Espera un segundo —dijo después de dos segundos de silencio atónito—. Tengo que pensar en esto.
—Tómate tu tiempo —dijo el gobernador mientras guardaba el cuadrado y se dirigía a la puerta—. Ya no necesito que me muestres el lugar. Ahora tengo un mapa.
Nick observó con sorpresa cómo el gobernador abandonaba la habitación.
Varios segundos después de que el gobernador se fue, Nick comenzó a caminar de un lado para otro con el ceño fruncido.
Parecía estar debatiendo consigo mismo.
¿Pero por qué?
¿No estaba ya seguro de que iba a rechazar?
Sí, lo estaba.
Sin embargo...