RETH
Segundos después, su cuerpo volvió a una especie de cordura. La tenía en sus brazos, su cabeza recostada en su hombro, y ella había puesto sus manos sobre las de él, entrelazando sus dedos bajo su pecho y sobre su estómago.
—Oh… Reth... —suspiró ella, su voz temblorosa.
—¿Estás bien? —jadeó él—. Eso fue
—Eso fue hermoso —dijo ella sin aliento—. No puedo... Lo haría de nuevo si...
Él gruñó y giró su cabeza para dejar un beso en su garganta. —Te amo, Elia. Esa palabra no describe lo que siento por ti. No puedo... No existe...
—Lo sé —ella susurró—, yo también —y su voz se quebró.
Ella llevó una mano a su boca y sus hombros temblaron una vez.
Reth gimió en su garganta y la mandó callar. Pero ella comenzó a temblar y a sacudirse por todas las razones equivocadas.