Lejos de allí, en el palacio, la Reina se encontraba al lado de Damon mientras se enfrentaban a los aristócratas y miembros de la asamblea.
—¿Por qué nos citaron tan temprano en la mañana cuando deberíamos estar reservando las pocas fuerzas que tenemos? No tenemos energía para desperdiciar en reuniones tan improductivas —manifestó uno de los aristócratas con molestia, y los otros murmuraron en acuerdo mientras discutían entre ellos.
Aunque a Damon le desagradaba el desprecio, no podía quejarse ya que esta había sido su suerte desde que Harold lo humilló públicamente.
—Una pieza de información muy vergonzosa y deshonrosa ha llegado a nuestros oídos —anunció Damon, y todos se quedaron en silencio.
—Es un insulto no solo a la familia real, sino también al reino de la Luna —continuó Damon con una expresión grave en su rostro, mientras la Reina asentía de acuerdo y hacía lo posible por mantener una expresión decaída.