Alicia no necesitaba que nadie le dijera que esta princesa Luciana estaba tramando algo malo. Le recordaba a algunas de las damas que había conocido mientras trabajaba en la industria del entretenimiento. La sonrisa era igual, y esas personas solían tener un motivo oculto. Pero este no era el momento para hacerle saber que no estaba entusiasmada con la idea de establecer un vínculo con ella. Dado que iba a ser su nueva instructora, tenía que ser amable y dulce para no darle problemas como lo hizo Beth y hacerla estar de pie durante horas.
En realidad, Alicia no tenía ganas de ir a la mesa del comedor. Estaba débil, y era extraño que después de estar inconsciente durante tres días, todavía se sintiera somnolienta. Deseaba poder quedarse en su habitación, refrescarse y comer algo aquí. Y, por supuesto, dormir un rato para recuperarse completamente.
—Vamos, necesitas apurarte y prepararte. No queremos llegar después del Rey —dijo Luciana sonriendo.