—¿Todavía tienes el valor de contestar? Lu, tráeme mi bastón, hace mucho que no lo uso.
Fu Hee salió corriendo del Estudio cuando escuchó las palabras del anciano. No creía que el Hombre Mayor fuera a atreverse a pegarle con el bastón, pero aún así tenía que huir para estar segura.
El Mayordomo Lu suspiró aliviado cuando vio que Fu Hee se había ido. Ni siquiera sentía lástima por ella porque había sobrepasado los límites al faltarle el respeto al anciano sin pestañear.
—Maestro, iré a llamar a algunos sirvientes para que limpien el suelo —dijo el Mayordomo Lu.
El Abuelo Fu movió su mano, dándole permiso para irse. El anciano tenía el ceño fruncido y había perdido de pronto el entusiasmo para practicar sus habilidades de caligrafía.
Fu Hee tenía lágrimas en los ojos cuando entró en la sala de estar, y Fu ChunHua, que había estado sentada allí esperando a que se terminara de desenvolver el drama, pareció sorprendida al ver a Fu Hee en ese estado.